
En 1953 al gobierno de Alemania se le aplicó una quita de mas del 50% de su deuda. Los orígenes de esa deuda constituyen un desgarrador recorrido por el pasado reciente de nuestro continente y las dos sangrías a las que nos sometió la vesánica arrogancia de sus dirigentes.
Por el Acuerdo de Londres de 1953 se concedió a Alemania una quita de su deuda del 50% vinculando su pago a superávits en su balanza por cuenta corriente (mayor valor de las exportaciones frente a importaciones) y abundando en esa política posibilista de luces largas se acordó posponer parte de esos pagos hasta la reunificación de las dos Alemanias. Esto hizo posible que bancos e instituciones financieras alemanas tuvieran acceso a los mercados de capitales que con la ayuda adicional del Plan Marshall permitió reconstruir su industria y ciudades. Frente a cualquier otra consideración primaba socorrer a la población civil pauperizada y hacer frente a un enemigo común: la URSSS.
Alemania debe permitir una mutualización extraordinaria de los coronabonos
La Primera Guerra Mundial había dejado a los países que sufrieron la invasión alemana -muy especialmente Bélgica y Francia- con sus ciudades y fábricas devastadas o saqueadas y su maquinaria enviada a Alemania. Ahora los aliados tenían que hacer frente a los colosales costes de la guerra financiados en su mayoría con préstamos de Estados Unidos; a los gastos de reconstrucción y a las prestaciones sanitarias y pensiones de los millares de mutilados, huérfanos y viudas que había dejado tras de sí la guerra en la que con frecuencia se recurrió a la Schrecklichkeit (Tormenta de Horror) para intimidar a la población y acabar con su resistencia. Alemania, sin embargo, aunque había sufrido importantes bajas humanas capituló sin ser invadida dejando a la mayoría de sus ciudades e industria intactas.
En ese contexto se firmó el Tratado de Versalles que fijó el montante de la destrucción en 132.000 millones de marcos oro. Para no hundir la economía alemana con el peso de las reparaciones se limitaron las indemnizaciones a un primer tramo de 50.000 millones con los restantes 83.000 diferidos a un futuro sin fecha condicionado al desarrollo de la economía alemana. Al final solo se pagaron 23.000 millones en reparaciones financiadas -ironías del destino- en gran parte por préstamos americanos.
Urge desarrollar un sector farmacéutico panaeuropeo que pueda suministrar el material sanitario
La ineficaz gestión de la república de Weimar en su política de recaudación de impuestos con los consiguientes déficits, unida a la capacidad de los Landers de emitir deuda para financiar sus gastos corrientes fue suplida recurriendo a prestamos internacionales. La Depresión de 1929-33 desbarató el sistema financiero internacional y los flujos de capital extranjero que hasta entonces habían sostenido su economía. Alemania se declaró en bancarrota y quedó debiendo a América un importe superior al montante pagado en reparaciones, un hecho que el historiador S. A. Schuker reflejo en su libro sobre la época titulado irónicamente Reparaciones Americanas a Alemania 1919 -1933.
Mas tarde el régimen nazi del III Reich introdujo toda una serie de medidas para entorpecer los pagos pendientes: la mas efectiva, restringir la convertibilidad del marco lo que equivalía a todos los efectos a un impago parcial de la deuda. Al no poder convertir el marco a otras divisas el único recurso posible que tenían los acreedores era destinarlos forzosamente, quisieran o no, a la compra de productos alemanes a precios no negociables.
La capitulación de Alemania tras II Guerra Mundial, volvió a poner sobre el tapete la indemnización a los Aliados y las debidas al estado de Israel – en representación de la comunidad judía- por la devastación y genocidio desencadenado por la barbarie nazi.
Pero en un contexto de la incipiente Guerra Fría, las exigencias de realpolitik se impusieron sobre cualquier otra consideración o deseos de una justa retribución. El primer paso ineludible fue el reconocimiento por el Canciller Adenauer de la deuda remanente correspondiente al periodo de entreguerras suscrita por el Gobierno Federal, estados y municipalidades. Reconocimiento sobre el que se aplicó una quita del 55,2% a los 13. 500 millones de marcos correspondiente a la deuda impagada previa a la II Guerra Mundial y un 56,8% a los 15.874 millones de marcos del programa GARIOA -ayuda en alimentos medicinas a la población civil- mas el llamado Plan Marshall destinado a reconstruir su industria según recoge el estudio: The London Agreement" T.W. Guinnane. Yale University.
Las lecciones de la Historia son claras, concluyentes y aplicables al presente. Situaciones extraordinarias exigen soluciones extraordinarias. Debe ante todo primar la cohesión y una visión constructiva de futuro descartando ortodoxias calvinistas y arrogancias sin fundamento. Si entonces no se podía abandonar Alemania a su suerte; Alemania era una pieza importante para la Europa del futuro, hoy Alemania no se entiende sin una Europa fuerte, solidaria y cohesionada. Y eso pasa por una mutualización extraordinaria de los llamados coronabonos.
Y urge desarrollar un sistema sanitario robusto y un sector farmacéutico paneuropeo con capacidad de suministrar todo los necesario para enfrentarse a futuras pandemias. La recuperación será dura y lenta. Tendremos que cambiar muchas cosas. Y eso no será posible sin tener muy presente el proverbio: "Casa dividida no prospera".