Miles de empresas afrontan el ya difícil proceso de reiniciar su actividad, tras la hibernación forzosa decretada en marzo, con una dificultada añadida. Trabajo inicia las inspecciones para comprobar si se cumplen las nuevas normas sanitarias en oficinas y fábricas.
Sorprende cómo el Gobierno hace trampas en su propio solitario, ya que era su obligación garantizar que esas firmas recibirían el equipo necesario para cumplir dicha obligación y, una semana después de anunciarlo, no está disponible aún. El hecho de que Trabajo se empecine así en exigirles un imposible a las empresas delata cuál es su verdadero objetivo. En este ámbito, como en el que incumbe a la tramitación de Ertes, lo que busca es asfixiar a las empresas bajo un injustificado y desporporcionado control.