Opinión

¿Recuperación en 'V' o en 'U'?

Las economías basadas en Servicios, como la española, sufrirán más la crisis

Las cifras no dejan lugar a dudas. El Covid-19 causará la mayor contracción económica desde la Segunda Guerra Mundial. Aún no hay datos suficientes para conocer el alcance de la recesión pero, lo que es seguro, es que la reducción estará por encima de que lo que disminuyó el PIB la Gran Recesión.

Son muchos los canales por los que la epidemia se trasmite al sistema económico: la interrupción de las cadenas de producción internacionales, la recesión en los mercados de exportación, la reducción de la liquidez para empresas y familias, la incertidumbre que obliga a aplazar las decisiones de inversión y de compra de bienes de consumo duradero y, sobre todo, el cierre forzoso de un porcentaje de la actividad productiva para evitar que la epidemia se propague. Un número cada vez mayor de países está adoptando exigentes medidas de confinamiento para evitar que la epidemia se propague.

Las economías industriales sufrirán menos que las más especializadas en servicios

Ya tenemos los primeros datos del impacto en la economía China, que ha registrado unas fuertes caídas en la producción industrial y en el comercio minorista durante los meses de enero y febrero. Fuera de la China, aún no tenemos cifras, pero los primeros indicadores de opinión señalan una contracción histórica. Así, en la Eurozona el índice PMI de marzo ha sido el peor de su serie histórica y, especialmente negativo ha resultado el índice en Servicios. La recesión va a ser profunda y su magnitud dependerá del tiempo que dure la epidemia y, por tanto, de lo que permanezcan las duras medidas necesarias para evitar su expansión.

Pero incluso más importante que saber cómo de aguda será la recesión, es preguntarnos qué pasará el día después del levantamiento de las restricciones a la actividad económica y a la libre circulación de personas. ¿Va a normalizarse la actividad de forma rápida y en poco tiempo recuperaremos el empleo y la producción? ¿O, por el contrario, las secuelas de la recesión van a ser duraderas y se va a tardar mucho tiempo en recuperar la normalidad? Es decir, ¿la recuperación será en "V" o en "U"?

La respuesta a esta pregunta depende críticamente tanto del tiempo que dure la emergencia sanitaria, como de la estructura económica de los distintos países. Veamos por qué.

El principal impacto de la epidemia en la economía proviene del cierre obligado de la actividad de muchas empresas y de la imposibilidad de los ciudadanos de salir de sus domicilios para realizar sus compras. Una estimación plausible es que, durante el período de confinamiento, se reduzca entre un tercio y la mitad la actividad productiva.

Las empresas que se vean afectadas perderán la mayor parte de sus ingresos, por lo que reducirán plantillas para disminuir costes. Es decir, harán un uso intensivo de los ertes de empleo para ahorrarse los salarios y, además, con las medidas tomadas por el Gobierno, las cotizaciones sociales. Los trabajadores temporalmente despedidos verán disminuir sus rentas, pero, al fin y al cabo, estarán en casa sin poder gastar. Peor será el caso de los trabajadores temporales a los que les finalice el contrato laboral. En ese caso, verán que no se les renueva y que es imposible encontrar un nuevo trabajo.

Pero aún sin la carga que suponen las nóminas, las empresas deben seguir haciendo frente al resto de sus costes fijos: alquileres, gastos de mantenimiento o contabilidad. Además, deben pagar impuestos pendientes (aunque, en algunos casos, cabe pedir un cierto aplazamiento), o deudas con proveedores. Sin ingresos, deberán financiar estos gastos con la tesorería disponible o acudir a financiación externa. De ahí que todos los países hayan puesto en marcha medidas de financiación avalada por el Estado, aplazamientos de pagos debidos al Estado o apoyo director a la liquidez para mantener vivo el tejido empresarial.

Si el horizonte de esta situación es breve, por ejemplo, un mes, la mayoría de las empresas aguantará, con financiación propia o ajena. Y, una vez se vuelva a la normalidad, la recuperación de la actividad y el empleo puede ser rápida. Pero si se alarga, dos, tres o cuatro meses, habrá un número mayor de empresas que decidan cerrar antes que seguir endeudándose y, por tanto, mayor será el número de despidos permanentes en vez de temporales. Por tanto, el tiempo es crítico a la hora de determinar no sólo la magnitud de la contracción, sino los efectos permanentes de la recesión. Siempre es más fácil que vuelva a la actividad una empresa que estaba "hibernada" que cerrarla y volverla a abrir desde cero. Esto explica la tensión entre los responsables de sanidad, partidarios de medidas más drásticas para contener la epidemia y los de economía, que intentan limitar al máximo el daño permanente sobre el tejido productivo.

Pero las medidas para limitar el contagio no van a afectar de la misma manera todas economías. Las más industriales sufrirán menos que las más especializadas en servicios, por dos motivos. El primero es que la demanda industrial se ve menos interrumpida, ya que muchos de estos bienes se pueden comprar a distancia a través de internet, y mientras siga abierta la posibilidad de envío a domicilio, el canal de venta sigue operativo. Esto no ocurre con la mayor parte de los servicios. Podemos comprar una cafetera por internet, pero no podemos comprar a distancia un corte de pelo.

En segundo lugar, la producción industrial es almacenable, lo que permite trasladarla en el tiempo, mientras que los servicios no lo son. La nevera que no compro ahora la puedo comprar en julio, mientras que la noche de hotel que no he gastado en Semana Santa no la puedo recuperar. Es más, es probable que una parte del ahorro forzoso que realizamos durante el confinamiento que iba destinado a compras de servicios se dirija a bienes de consumo duradero cuando acabe la epidemia: lo que iba a gastar en el viaje de Semana Santa lo utilizo en cambiar la lavadora que ya le tocaba. Si, además, esa especialización en servicios se relaciona con el turismo, el impacto se agrava. Las compras para la temporada de verano se realizan ahora, por lo que, aunque las restricciones desaparezcan para el verano, una parte importante de la demanda se habrá perdido.

Pero también es clave el tamaño de las empresas. Es evidente que cuanto menor sea el tamaño, la capacidad de resistencia para sobrevivir sin ingresos es inferior. Las estructuras económicas muy atomizadas tendrán un porcentaje de mortandad empresarial superior a estructuras con mayor predominancia de medianas y grandes empresas.

En definitiva, cuanto más breve sea el período de confinamiento, más industrial sea la economía, menor la dependencia del turismo y mayor sea el tamaño de las empresas, menor será el impacto de la recesión y sus consecuencias a medio y largo plazo. Es decir, más fácil será que la recuperación sea en V. Por el contrario, en este contexto, cuanto más vulnerable sea la estructura de la economía, más importantes son las medidas de política económica.

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Comentarios 4

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Recuperación.
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Pues ojalá cuenten con usted para el equipo económico que habrá que formar, cuando pase esta calamidad, para poner el país a funcionar otra vez. Se le ve a usted capacidad de análisis, inteligencia y conocimiento, y gente así nos va hacer mucha falta.

Puntuación 6
#1
arturof
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Y porqué no en L. ..con estos tipejos esperad lo peor.

Puntuación 5
#2
AROUND THE WORLD
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V-aya U-sted a S-aber!!

Puntuación 0
#3
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D Villamil
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Yo también apuesto por la L

...pero ojo con que no sea en t

Con El Cumfraude y El Coletas al mando puede impactarn un meteorito en Almeria o Godzilla surgir de las profundidades del Manzanares, además de miserables e inútiles totales...son gafes.

Puntuación 1
#4