
Decía la escritora y ensayista catalana Nuria Amat, en una reciente entrevista que "el separatismo, Podemos y un sector del PSOE son populistas. Recurren a hechos alternativos, engaños y lugares comunes para lograr el poder". Y esta proposición se evidencia especialmente en situaciones de extrema gravedad como la que estamos viviendo, en la que más que el Estado de Alarma lo que empieza preocupar seriamente al ciudadano es la alarma del Estado ante la actitud de quienes desde el Gobierno tendrían la obligación de estar trabajando solidariamente en beneficio del conjunto de los españoles, pero que lejos de ello se dedican a aprovechar la crisis en beneficio de sus intereses partidistas y sus egos personales.
Eso es lo que hizo el presidente del Gobierno durante el extraño pleno del Congreso del pasado miércoles cuando tras pedir de palabra la unidad de todos contra la pandemia, ni siquiera se digno a mirar a Pablo Casado cuando este le ofrecía su apoyo incondicional desde la Tribuna. Un Pedro Sánchez que durante todo el discurso del jefe de la oposición mantuvo la cabeza gacha, revolviendo papeles, sin evidenciar en ningún momento una mano tendida o un gesto de agradecimiento. Toda una actitud demostrativa de mala educación y de que sigue prefiriendo el chantaje de los nacionalistas y el sometimiento a sus socios populistas antes que la lealtad de la oposición democrática y constitucional.
Cuando pase habrá que pedir responsabilidades a los culpables de que la crisis se agravase
Egolatrismo y prepotencia que exhibió también Pablo Iglesias 24 horas después, apareciendo junto al ministro de Sanidad para eclipsarle, dar un mitin ideológico, y acaparar un protagonismo que en principio se le había negado demostrando quien manda realmente en el Gobierno, y saltándose por segunda vez la cuarentena mientras el Gobierno impone el confinamiento a toda la ciudadanía.
Y partidismo y mezquindad también en la actitud de los nacionalistas de ERC y de Torra y sus puigdemones, que no tienen pudor en exponer públicamente su tradicional insolidaridad, sino que aprovechan la situación para atacar a la Corona, apoyados por parte del Gobierno, como venganza por la acertada intervención del Rey durante el golpe de Estado del 28-O en Cataluña.
Son gestos, que por encima y con mayor elocuencia que las declaraciones políticas, inquietan profundamente tanto sobre la salida de la crisis sanitaria y económica como respecto a lo que va a ocurrir el día después.
Pero, en contra de lo que piensan este conjunto de arribistas autoritarios, los ciudadanos razonan, analizan y toman nota. Y así se empieza a reflejar ya en las encuestas como la realizada el 18 de marzo, el día del Pleno del Congreso, por Demoscopia y Servicios, donde se refleja que de celebrarse hoy elecciones el Partido Popular superaría, por vez primera, al PSOE con 103 escaños en la Cámara Baja y un 23,4% de los votos. El socialismo sanchista, ganaría por escaso margen en votos, el 24,5%, pero por los efectos de la Ley D'hondt se quedaría con 101 escaños. Vox mantendría su fuerza con el 14,5% de los votos y 52 escaños; mientras que Unidas Podemos alcanzaría 37 asientos en la Cámara y el 13,6% de los votos; además de apuntar una ligera recuperación de Ciudadanos que obtendría el 8,3% de los votos y 13 escaños.
Un giro a la derecha que ya apuntaba cuatro días antes, en plena crisis del COVID-19, el Electopanel que, si bien seguía dando mayoría al PSOE, con el 25,5% de los votos y 109 escaños, 11 menos de los que tiene hoy, mostraba una fuerte recuperación del PP hasta el 21,7% y 91 escaños del PP, que se sumarían a los 54 de VOX y a los 13, que también otorga a Ciudadanos.
Son sólo sondeos, pero marcan tendencia y, aunque ahora lo primordial es remar juntos y salvar vidas, confirman que cuando todo esto pase habrá que pedir responsabilidades a quienes con su negligencia o sectarismo, han permitido el agravamiento de la crisis. Como terminaba en mi anterior artículo en estas mismas páginas: ¡Dios, que buen vasallo, si hubiera buen señor!