Opinión

El virus y los frágiles pactos del petróleo

La pugna entre Arabia y Rusia tumban los precios del crudo

Las consecuencias del Covid-19 en la economía mundial han provocado un terremoto en los mercados financieros, en especial en la renta variable. Esto es lógico, teniendo en cuenta que los mercados bursátiles compran y venden expectativas, y lo que hasta ahora parecía un acontecimiento pasajero ha pasado a ser una incógnita cuya duración e impacto nos es desconocida. Sin embargo, no han sido las bolsas los únicos en experimentar una fuerte corrección como consecuencia de la expansión de la epidemia, sino que algunas semanas antes ya había aparecido un impacto significativo en el petróleo.

Así, con las primeras noticias del surgimiento del virus en China y su extensión por el país, el precio del crudo cayó un 17% mucho antes de que el resto de los mercados se viera afectado por el miedo a las consecuencias de la expansión de la enfermedad. El motivo de este primer impacto está en que China es el principal mercado en crecimiento de las exportaciones de petróleo. En los países más desarrollados, los de la OCDE, el consumo de petróleo está estancándose o disminuyendo como consecuencia del incremento de la eficiencia tecnológica y de la lucha contra el cambio climático. Sin embargo, en las economías emergentes el consumo sigue aumentando, impulsado por un fuerte crecimiento económico que precisa de más servicios de transporte para personas y mercancías, y de una demanda creciente de vehículos privados por parte de unos consumidores con rentas cada vez mayores.

Dentro de los emergentes, Asia, y en concreto China, ha incrementado notablemente su consumo y esa es la parte del pastel que ansían obtener los productores y exportadores de petróleo. Asia importa más del 53% del petróleo del mundo, y, China es el mayor importador con un 20% del total. Hace apenas 20 años el primer importador de petróleo era EEUU, seguido de Japón, Alemania y Corea. China importaba entonces una cantidad de petróleo semejante a la de España.

La lucha geopolítica de Rusia y Arabia es  buena para países importadores de crudo, como España

Arabia Saudita sigue siendo el primer país exportador con ventas de crudo al exterior de más de 8 millones de barriles al día. El segundo país en capacidad exportadora es Rusia, con 5 millones de barriles. En la estructura de la exportación el mercado también ha variado de forma importante. En los años 90 Arabia exportaba más petróleo que el resto de los países de la OPEP juntos. Por ello, los acuerdos dentro del seno de la OPEP eran sencillos. Arabia Saudí ejercía el liderazgo, y los demás le seguían. El ministro del Petróleo de Arabia informaba a sus colegas de los objetivos de precio y cantidades, y a partir de ahí se entablaba una negociación para el reparto de cuotas. Alcanzado el acuerdo, ningún país se atrevía a romperlo, ya que cualquier modificación de su producción podría ser compensada por Arabia Saudita sin que hubiera modificaciones sustanciales en el reparto del mercado. En el interés de todos estaba mantener los precios altos y aceptar el sistema de cuotas impuesto por el país líder, y, que en el fondo beneficiaba a todos.

Sin embargo, a finales de los 90 la situación cambiaría de forma importante. Por una parte, el desarrollo del fracking en EEUU redujo las importaciones de crudo de la primera economía mundial, desplazando la demanda hacia el continente asiático. Pero incluso más importante fue el cambio en la estructura de oferta. A partir de mediados de los 90 Rusia se convirtió en un fuerte exportador de crudo. Para principios de los 2000, Rusia está claramente destacada como exportador, con una producción de petróleo que situaba en torno a 2/3 de la de Arabia Saudita y desde entonces ha mantenido esa posición. La posición de liderazgo del país árabe dentro del cartel de los países exportadores de petróleo se vio comprometida con la entrada de un nuevo jugador, Rusia, con la que tiene que negociar para fijar las reglas de la OPEP.

La cuestión se complica por el hecho de que Rusia y Arabia Saudita son además rivales políticos en esa zona del mundo, por lo que frecuentemente los intereses geopolíticos dominan sobre los económicos.

Así, durante la gran recesión el precio del petróleo cayó hasta los 45 dólares el barril ante la contracción de la demanda mundial. Sin embargo, los países exportadores reaccionaron rápidamente disminuyendo la oferta, y como consecuencia de ello, entre 2011 y 2014, a pesar de que la economía mundial todavía se hallaba convaleciente de la fuerte recesión, el precio del petróleo se mantuvo por encima de los 100 dólares el barril. Los acontecimientos de la guerra de Irak y Siria, y la rivalidad que la guerra trajo entre Rusia e Irán, por un lado, y Arabia por otro, provocaron una caída del crudo hasta los 36 dólares el barril a comienzos de 2016.

Los bajos precios actuales no son sostenibles para ninguno de los productores

Con esta reducción de precios, Arabia intentó expulsar simultáneamente a Rusia y a los productores de petróleo de EEUU del mercado. La caída de ingresos que supuso esta guerra de precios para las monarquías del golfo obligó a Arabia a negociar un nuevo acuerdo con Rusia que situó el barril por encima de los 80 dólares en septiembre de 2018. Los precios se mantuvieron desde entonces entre los 60 y 80 dólares el barril. Este precio no eliminaba a los productores de petróleo de frackin" de EEUU, pero mantenía un nivel adecuado de ingresos para Rusia y para Arabia. Con el crecimiento de la demanda asiática parecía que se había alcanzado un equilibrio que satisfacía a todas las partes.

Sin embargo, con la aparición del coronavirus y la expectativa de una caída de la demanda de China el precio comenzó nuevamente a caer. Arabia intentó negociar una nueva reducción de producción para mantener los precios en el entorno de los 60 - 70 dólares el barril. Rusia se negó al acuerdo, y Arabia represalió elevando notablemente su exportación para, mediante la caída de precios, forzar una nueva negociación. El precio se sitúa la actualidad el entorno de los 33 dólares el barril, una cifra que presionará fuertemente los ingresos de los rivales de Arabia, y a los productores de petróleo y gas de EEUU. Pero también es un precio que se ha demostrado en el pasado imposible de mantener durante mucho tiempo por el país árabe, que necesita los ingresos del petróleo todavía más que Irán o que Rusia.

La historia reciente de los acuerdos de producción nos enseñan lo difícil que es para Arabia mantener su liderazgo para controlar los precios del mercado, y más aún en la difícil situación política en la que se encuentra. Esto lo sabe Rusia cuya exportación de petróleo es clave para mantener su peso en el contexto económico internacional. El virus no sólo ha puesto en jaque a la economía mundial, si no ha puesto de manifiesto la fragilidad de los acuerdos entre los dos grandes países exportadores de petróleo. Mientras sean rivales geopolíticos, el reparto de cuotas será siempre inestable, lo cual no son malas noticias para los principales áreas importadoras de petróleo, como Europa, y, dentro de Europa, España.

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