El Gobierno aumentará las tasas sobre la adquisición de automóviles nuevos. En concreto, todos los vehículos (salvo los 100% eléctricos) tendrán que abonar el conocido como impuesto de matriculación, cuando hasta ahora más del 60% estaba exento.
Esta reforma llega en un momento crítico para la industria del motor, que acumula 17 meses de caídas en las matriculaciones (-6% en febrero) por los mensajes contrarios al diésel del Ejecutivo. Sin duda, el alza fiscal constituye un error, ya que contraerá aún más las ventas de coches (un 13% según Anfac). Además, supone un injusto castigo para los motores de combustión (y también para los híbridos), ya que seguirán siendo fundamentales dentro del parque automovilístico ante la escasa autonomía que aún presentan los vehículos eléctricos.