
Las sociedades cotizadas inmobiliarias (socimis) constituyen uno de los enemigos predilectos de Podemos, por considerarlos vehículos para eludir impuestos. No puede negarse que algunas de ellas se usan, de modo espurio, para ese fin.
Resulta sospechoso que las grandes socimis del Mercado Alternativo Bursátil (MAB) tengan una negociación ínfima (un 1% del capital, apenas 1.000 euros al año). Pero ni mucho menos es la realidad del sector en conjunto. Todas las que cotizan en el Mercado Continuo, y también varias del MAB, están lejos de ser patrimonio exclusivo de una sola familia y atraen a los inversores por su transparencia y alto dividendo. Resulta injusto que por el mal uso al que someten algunas socimis sea demonizado en bloque este vehículo financiero.