Opinión

Gobierno dividido pero capaz de resistir

A pesar de las injerencias de Iglesias, el Gobierno tiene todos los visos de aguantar la legislatura

Los historiadores del siglo XIX y del primer tercio de España acuñaron varias veces el término de "Gobierno largo". Así se llamó así al Gobierno O'Donnell (1858-1863, cuatro años y medio) con Isabel II, o el de Maura (1907-1909, dos años) con Alfonso XIII. Como se puede comprobar, casi todos los Gobiernos de la democracia de la Constitución de 1978 son de verdad largos… larguísimos, en comparación con ellos: los "Gobiernos Suárez" (1976/1981, cinco años); Felipe González (1982/1996, trece años); José María Aznar (1996/2004, ocho años); Rodríguez Zapatero (2004/2011, siete años); Mariano Rajoy (2011/2018, siete años). Solo el Gobierno de Calvo Sotelo fue más corto (1981/1982, casi dos años) pero se puede considerar el epílogo del Gobierno Suárez. También el del PSOE en solitario de Pedro Sánchez (2018/2020, dos años si se incluye el periodo que ha estado en funciones), que se puede considerar la antesala del actual.

La pregunta que deben hacerse los empresarios y directivos es: ¿el Gobierno de coalición PSOE/UP, con Sánchez de presidente e Iglesias de vicepresidente, será corto o largo? En función de esta expectativa, deberían tomar decisiones estratégicas. Si va a ser corto lo sensato es esperar a ver qué le seguirá. Si va a ser largo (en términos actuales) tendrán que adaptarse a la situación. Hay expertos que auguran (o desean) un Gobierno corto, por las contradicciones internas inherentes a la propia coalición del PSOE y UP. Otros creen que, como mínimo, estará cuatro años. Parlamentariamente, los números dicen que la única manera de acabar la legislatura sería que el presidente Sánchez disolviera las Cortes. No hay, hoy en día, ninguna combinación en el Congreso que pudiera aprobar una moción de censura, como la que desplazó a Mariano Rajoy del Gobierno. PP, Ciudadanos y Vox suman 153 diputados y no parece que puedan contar con muchos más apoyos (CC y PRC sumarían dos). Todo alejado de la mayoría necesaria para que prospere una moción de censura.

Por grande que sea la división interna, no hay una mayoría con la capacidad de desplazar a Sánchez

En consecuencia, este Gobierno solo cesaría por voluntad propia, por sus contradicciones internas. ¿Probable? Dudoso, salvo cataclismo económico o territorial que no es deseable para nadie. Eso es así también porque el Gobierno tiene tres frentes: el económico, el territorial y el cultural/social. En cada uno de ellos hay razones para pensar no en un Gobierno largo, sino larguísimo.

En el tema económico, el Gobierno tomará las decisiones imprescindibles para salvar la cara electoral a UP. Primero, con la subida de las pensiones según el IPC o los salarios de los funcionarios el 2%; pero reanudando el Pacto de Toledo para alargar la edad de jubilación. Segundo, con retoques en la reforma laboral, como la derogación del absentismo por faltas continuas justificadas, y algún cambio en profundidad (como volver a la jerarquía de los convenios sectoriales sobre los de empresas); no cambiará las condiciones de despido volviendo a la indemnización de 45 días por año trabajado en lugar de los 33 días actuales. Con todo, Bruselas tendrá embridado el déficit (no todo lo que quisiera, pero no dejará que se desboque). Eso sí, el Gobierno aumentará impuestos para cargarlo a los de siempre: la clase media y trabajadora, el ahorrador y la familia previsora. El paro a lo mejor crece, probablemente en-tre los más desfavorecidos. Muchos son votantes de este Gobierno y no están dispuestos a cambiar de opinión.

En el tema territorial hay que reconocer que Sánchez y su Gobierno tiene un plan. Su apuesta por Esquerra parece haber serenado la situación. Torra, Puigdemont y sus mariachis, tarde o temprano, perderán fuelle y sus votantes volverán a la moderación. Si, además, hubiera un tripartito en la Generalitat, PSC/ERC/Comuns, la jugada habría salido redonda. Solo hay que esperar y… rezar (a la Virgen de Montserrat). La alternativa de la derecha para la llamada cuestión catalana sería más bronca y eso ya sabemos a qué conduce. ¿Qué estrategia es mejor?: no está claro. De momento para evitar conflictos en la mesa de "negociación" estarán Sánchez e Iglesias: dos en uno.

En cultura/educación, los dirigentes del PSOE se diferencian poco de los de UP. La Iglesia es su enemigo aglutinador. Sus objetivos son los mismos: copar ideológicamente educación y cultura. Según Gramsci (el ideólogo al que copió el llamado eurocomunismo de los años 70 del siglo pasado), luego el poder les caerá como fruta madura. Con cuatro años de machaque, los jóvenes que accedan al voto estarán en su línea y los mayores conservadores irán muriendo. Esa es la convicción de los estrategas de Ferraz, que acabarán absorbiendo, de alguna manera a UP. Con ello aumentan las probabilidades de ganar las elecciones generales en 2024 y consolidar un Gobierno de ocho años.

Es posible que algunos vean en este análisis un modelo pesimista u optimista, según sus deseos. Creo que es realista y tiene algunas ventajas para España y la Monarquía parlamentaria, instaurada en la Constitución del 78. ¿Quién se iba a imaginar a un ministro teóricamente comunista y republicano aplaudiendo a Felipe VI en la inauguración de la legislatura y dando el cabezazo en un Consejo de Ministros presidido por Su Majestad? Por otra parte, un Gobierno largo…, larguísimo, da estabilidad gubernamental y eso reduce incertidumbres. Una vez acostumbrados a ello, los empresarios y directivos se adaptarán y…. a funcionar. Siempre ha habido dificultades y su oficio es superarlas.

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