
La frase que dejó prendida en el aire el consejero delegado del Mobile World Congress el pasado jueves, al informar de las razones que han provocado la suspensión del evento más importante a nivel mundial sobre telefonía móvil y nuevas tecnologías, no ha pasado inadvertida. "El coronavirus, problemas en los viajes y otras circunstancias". El análisis de cuales han podido ser esas misteriosas causas puede incluir las cinco siguientes:
El miedo al coronavirus... y al daño en la imagen
La histeria que ha generado la epidemia provocada por el virus COVID-19 en todo el mundo es el principal agente causante de la estampida del Mobile. La comunidad científica y las autoridades sanitarias supranacionales no han sabido explicar el grado de riesgo real que tiene esta enfermedad, que sigue en valores de incidencia ridículos comparados con el impacto que este año vuelve a tener la gripe común.
Pero en un contexto de locura colectiva, los anuncios de bajas en el congreso que se iban produciendo cada día han sido letales y han provocado la cascada de noticias que han minado el prestigio de la cita de este año. Las compañías iban comprendiendo que, no habiendo un peligro de salud pública evidente, era contraproducente para la imagen de sus marcas permanecer en la feria. No ha sido la causa principal, sino la espita que ha desencadenado otros recelos. Lo demuestra el hecho de que las mismas empresas que han preferido no venir a Barcelona permanecen este fin de semana en certámenes parecidos en Amsterdam o en Ginebra, y otras ferias tecnológicas siguen celebrándose en diferentes lugares del mundo.
El proceso independentista
Nadie lo reconocerá y se cubrirá con un manto de silencio, pero las imágenes de contenedores ardiendo, manifestantes bloqueando infraestructuras o agresiones a las fuerzas del orden llevan meses difundiéndose y tienen su efecto sobre la percepción que las empresas y gobiernos extranjeros tienen respecto a una ciudad. Lo peor de todo ello es el resultado, las pérdidas millonarias que va a ocasionar esta suspensión. Aunque sea duro constatarlo, muchos, aunque no todos afortunadamente, de los taxistas, hosteleros, restauradores, comerciantes, transportistas, instaladores, relaciones públicas que se ven perjudicados, han apoyado, apoyan y lo que es bastante peor, apoyarán en el futuro las opciones políticas que llevan adelante el proceso de ruptura que ha desembocado en esta situación.
La política del gobierno progresista
El Mobile es un asunto de Estado, como FITUR. Cualquier gobierno tiene que ser consciente de su importancia y de la necesidad de cuidar a sus organizadores y asistentes. El de Sánchez e Iglesias no ha sabido transmitir la confianza necesaria para animar a la iniciativa privada a no abandonar el barco cuando estaba a punto de zarpar. No hubo mensajes rigurosos desde el punto de vista científico, ningún miembro del ejecutivo de ningún nivel se significó con un mensaje claro de certidumbre. En suma, una política nefasta de comunicación pese a la profusión de asesores que han anidado en La Moncloa estas últimas semanas. Por primera vez desde que tomaran posesión sus ministros, presidente y vicepresidentes, se ha comprobado la capacidad de influencia de este ejecutivo en las cosas que ocurren en la sociedad.
Tampoco suponen una ayuda para obtener el apoyo del sector en un momento delicado los anuncios constantes y amenazantes del impuesto-requisa a las grandes tecnológicas, que no termina de llegar nunca pero sirve al mensaje justiciero que se está dando en esos primeros meses de legislatura.
La política del Ayuntamiento de Barcelona
Si hay una administración pública que ha declarado y demostrado su fobia hacia las multinacionales es ésta. Ha cuestionado además la tecnología del 5G en plataformas municipales, lo cual no es gratuito y tiene un efecto letal como ahora se comprueba, más allá de servir de pasto mediático por la respuesta que dio Madrid a esas teorías.
La regidora de la ciudad se ha distinguido en los años que lleva en el poder por su rechazo al turista, a través de la prohibición de más plazas de hotel en la ciudad, y su escepticismo sobre la política de grandes eventos. En relación al MWC, la institución municipal ha alentado el paralelo Mobile Social Congress, que tiene el apoyo oficial del consistorio barcelonés y del gobierno autonómico, en el que se va a denunciar la "vulneración de derechos en el sector tecnológico en su cadena de producción" y se va a apostar por un modelo electrónico justo. Cualquiera puede visitar la web de este congreso alternativo y comprobar sus objetivos y sus patrocinadores. Uno de los directores generales del Ayuntamiento lo ha presentado afirmando que el MWC representa "una visión distorsionada (...), y el proceso de producción del sector de la electrónica tiene perdedores, algunos en condiciones de semiesclavitud".
La ciudad ha perdido buena parte del prestigio mundial que tenía hasta hace pocos años, en gran medida por la condescendencia, justificación y aliento a manifestantes de todo tipo que han llevado a cabo Ada Colau y su equipo.
Pujanza de Miami
Ya empieza a circular la presunta intención de los organizadores del MWC para salir de Barcelona cuando el contrato en vigor finalice. Esto ya no será una suspensión, como ha ocurrido con la presente edición, sino una huida. El Mobile, como la donna, è mobile. Y el destino que podría albergar esta cita tan destacada en el calendario ferial de todo el mundo es la ciudad de Miami, cuyo auge para sectores como el financiero y de negocios es un hecho incuestionable, como saben los ejecutivos de todas las grandes multinacionales. Con el Miami Airport Convention Centre o el Miami Beach Convention Centre, la capital del sur de Estados Unidos aguarda agazapada y asiste a los acontecimientos con gran expectación.