
El gran error que han cometido los analistas que llevan años diciendo que el índice Nasdaq está carísimo ha sido no entender la capacidad de crecimiento de las empresas digitales. En mi opinión, la estimación debe realizarse en función de su capacidad de quedarse con el negocio de las empresas analógicas. No se pueden aplicar las típicas estimaciones de crecimiento cuando una sola empresa se va a "merendar" medio sector. O un sector entero.
Quien haya aplicado a Amazon el crecimiento aritmético estándar de los análisis de las casas de bolsa seguro que le debió parecer carísimo desde que salió al mercado. Pero no se trataba de ver cuántos libros podía vender, sino en qué medida su innovador modelo basado en Internet podría quitarles negocio a las grandes cadenas de distribución. Y no hablamos de quitarles un poco. Cuando un disruptor digital con un modelo competitivo entra en un negocio analógico, su capacidad de hacerse con el negocio puede llegar a ser total, es decir, a quitarle todo el negocio a sus víctimas analógicas. Y no me refiero solo a las grandes cadenas de distribución, sino también, desgraciadamente, a las pequeñas tiendas.
El inversor no ha entendido la capacidad de crecimiento de las firmas digitales
Digitalizar no es pintar de tecnológico un negocio y hacer exactamente lo mismo que antes desde una app. Digitalizar es mejorar lo presente. Es potenciar las tres B de "bueno bonito y barato" con ayuda de la tecnología. Hacer algo mejor, más cómodo, accesible y barato gracias a Internet. Y, cada vez más, mediante el uso de la Inteligencia Artificial. Y como la tecnología crece de forma exponencial, la capacidad de los disruptores digitales de quitarle negocio a los dinosaurios analógicos crece al mismo ritmo.
Así, Google se está quedando con una gran parte del negocio de publicidad de los medios que no han sabido crear plataformas digitales potentes. En el asalto para quitarles negocio también participan Twiteer y Facebook. Y juegan con ventaja, porque, para el anunciante, trabajar con ellos es como pescar en una piscifactoría. Sus anuncios llegan a las personas que tienen exactamente el perfil que busca el anunciante y presentan una alta probabilidad de estar interesados en el producto. Es como lanzar un penalti en lugar de iniciar la jugada desde la portería.
Los selectivos con cotizadas tecnológicas serán los líderes de los mercados
También podríamos hablar de Netflix y como les ha quitado el negocio a las salas de cine o a la televisión. Y de muchos más. Pero, como especialista en asesorar a inversores y ahorradores a la hora de diseñar sus carteras de fondos de inversión, lo que me interesa son los índices que mejor reflejarán en sus resultados este proceso de sustitución de los dinosaurios analógicos por nuevos dinosaurios - y velociraptores - digitales.
Ya se nota en el peso que están tomando estos índices en las carteras y en las decisiones de los estrategas. Y por supuesto, en los resultados. Como los del SP 500 y el Nasdaq en comparación con el cada día menos digital Ibex 35. También se ve como ahora las empresas con más peso en el SP 500 son empresas digitales que supieron hacerse con los grandes negocios analógicos. Y el índice que más ha subido de todos en los últimos diez años es el Nasdaq. De hecho, entre los profesionales de mi sector, cuando se habla de bolsa norteamericana ya se entiende que se habla del SP 500, no del Dow Jones.
En mi opinión esta tendencia irá a más y, además, en el largo plazo se unirá al liderazgo un índice chino. No sé si será el de Shanghái o el CSI 300. O uno de estos y el Hang Seng, pero lo importante es que será chino.
Esta afirmación parecería una obviedad si se basara en el tamaño de la economía china o en su capacidad de crecimiento, pero se basa sobre todo en el tipo de empresas que empiezan a poblar los índices chinos. Sólo en los últimos meses han salido a cotizar el mega distribuidor Alibaba, una empresa dedicada a la inteligencia artificial especializada en el reconocimiento facial y un gigante del fintech que ofrece microcréditos, medios de pago para clientes minoristas y fondos de inversión a millones de ciudadanos chinos. No es solo el tamaño, es también el contenido.
Esta tendencia les aseguro que es mucho más importante que la expansión de un virus cuyo grado de mortandad es del 2% y que, por sus características, es prácticamente seguro que habrá una vacuna. La economía china ha pasado de representar un 8% del PIB mundial cuando surgió el SARS a suponer ahora el 20%. Y es un país que, a diferencia del nuestro, apoya casi fanáticamente la innovación y la digitalización. Cuando dentro de diez años consultemos por la mañana la evolución de la bolsa, una será con toda seguridad norteamericana y la otra china. Y la norteamericana no se llamará Dow.