
Estamos fuera. Hubo momentos en que pareció que nunca iba a suceder. Hubo una época en la que pudo haber sido cancelado, revertido o simplemente pospuesto hasta algún momento del siglo XXIX. Y aun así, aunque con un ligero retraso, hoy Reino Unido ya no es miembro de la Unión Europea. Ha recuperado el control de las palancas de la política económica que han sido controladas desde otros lugares durante casi cinco décadas.
A pesar de todas las graves advertencias, es una buena noticia. El desempleo no va a aumentar en medio millón de personas. Los precios de la vivienda no se van a derrumbar; sólo unos pocos puestos de trabajo se trasladarán al resto de Europa, y los tipos de interés se mantendrán con seguridad por debajo del uno por ciento. Pero eso no significa que no haya trampas por delante. De hecho, para que el Brexit sea un éxito, será necesario tanto evitar errores como aprovechar las oportunidades. Y los más obvios serán la imposición de aranceles, el subsidio a las industrias y el ignorar al resto de Europa. Los tres serán tentadores - pero acumularán problemas para los años venideros.
Sería una terrible equivocación que se cayera en la tentación de imponer aranceles
Empecemos con la política comercial y sobre todo los aranceles. Bajo las reglas de la Organización Mundial del Comercio, Reino Unido tendrá derecho a imponer sus propias tasas y cuotas de nuevo. Podríamos o no conseguir un acuerdo de libre comercio con la UE, pero independientemente de eso lo firmaremos con el resto del mundo. Habrá muchos grupos de presión que argumentarán ferozmente que debemos blindarnos. Los agricultores exigirán impuestos sobre los alimentos. Los fabricantes querrán aranceles en todo, desde la ropa, a los productos químicos y los coches. Todo el mundo querrá protección respecto a sus competidores, y muchos abogados bien financiados por la industria y sus responsables de relaciones públicas crearán polémicas.
En un mundo en el que EEUU puede muy bien imponernos aranceles, y también lo puede hacer la UE, habrá mucho apoyo popular para los aranceles a los extranjeros. Las represalias "ojo por ojo" siempre han sido una causa ganadora en la opinión pública. Y aun así, sería un terrible error. En realidad, los aranceles sólo empobrecen al país que los impone. Son un impuesto para sus propios consumidores, y generalmente también un impuesto regresivo. A partir de hoy, la política inteligente para Reino Unido es el libre comercio unilateral, independientemente de lo que hagan otros países. Abramos nuestro mercado a todo el mundo, sin impuestos. Si otros quieren seguir el ejemplo, eso es genial. Si no lo hacen es su pérdida. Puede ser difícil en unos pocos años, pero en un par de décadas nos hará mucho más prósperos.
No se puede utilizar el Brexit para ignorar a un mercado tan importante a nivel mundial como la UE
A continuación, evitar los subsidios. Mientras que a la economía británica en general le irá bien, no tiene sentido negar que algunas industrias van a sufrir. Los fabricantes de automóviles se verán afectados, así como los de productos químicos, defensa y, potencialmente, servicios financieros también. Romper sus cadenas de suministro y restringir su acceso al mercado europeo será perjudicial.
Hay una solución rápida para eso: subvencionar temporalmente a las empresas que se han visto muy afectadas por el impacto negativo de la salida. Una vez más, habrá muchos jefes de empresa y lobbistas de relaciones públicas argumentando a favor de eso, y tendrán el apoyo del público. Después de todo, parecerá muy duro si las empresas empiezan a cerrar, y la gente pierde sus trabajos, como resultado de nuestra salida, especialmente si están en las zonas que acaban de votar a los conservadores por primera vez. Un año o dos de ayuda del Gobierno para que pasen una mala racha podría parecer justo. El problema es que, como aprendimos en los 70, un año se convierte rápidamente en una década. Los subsidios siempre empiezan siendo temporales pero rápidamente se convierten en permanentes. Es mejor encajar el golpe, y seguir adelante con la creación de la economía post-Brexit.
Las subvenciones tampoco son el camino a seguir si se quiere tener prosperidad económica
Por último, no ignoremos a Europa. Claro que será tentador, y correcto, buscar oportunidades en los mercados americanos y asiáticos de crecimiento mucho más rápido. El entusiasmo va a estar en otra parte, y la UE difícilmente será el lugar más acogedor para los británicos en los próximos años. Habrá algunas barreras al comercio, y un resentimiento persistente. Y sin embargo, la verdad es que la UE seguirá siendo uno de los mayores bloques económicos del mundo, y está justo en nuestra puerta. Tiene muchos consumidores con mucho dinero. El Gobierno, los grupos industriales, y los consejeros delegados del FTSE, deberían redoblar sus esfuerzos para promover y construir empresas británicas en el resto de Europa - y asegurarse de que el resto del continente siga invirtiendo aquí. Cualquier otra cosa sería una locura.
Las decisiones que se tomen en los próximos meses darán forma a la economía británica durante una o dos generaciones. Habrá muchas oportunidades por delante. Y sin embargo, también habrá trampas en las que podríamos caer fácilmente. Si podemos al menos evitar las más obvias, seremos más competitivos y más ricos en los años venideros.
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