
En la mayoría de películas sobre muertos vivientes existe la posibilidad de que estos definitivamente perezcan. Igualmente es posible que aumente el número de empresas abocadas a un final truculento si los márgenes de beneficios se ven sometidos a mayor presión como consecuencia de la guerra comercial y desaceleración de la economía mundial.
De hecho la horda es cada vez más numerosa. Efectivamente, el número de empresas de países industrializados con pagos de intereses de su deuda superiores a sus beneficios anuales ha alcanzado un nivel que no se registraba desde la crisis financiera mundial. Según Bank of America Merrill Lynch, ya hay 548 zombis en el club de la OCDE de países más ricos, frente a 626 durante la crisis. Se han quintuplicado desde finales de los años noventa, cuando los tipos de interés eran bastante más altos en todo el mundo. En la época actual se han podido mantener en pie gracias a años de abaratamiento de costes de financiación e inversores en busca de rentabilidades en cualquier lugar ante el prolongado mercado alcista de la deuda pública. De hecho hay que reconocer que la intervención de los bancos centrales ha apuntalado al sector empresarial gran parte de la última década y puede seguir haciéndolo hasta que la inflación empiece a aumentar. Además la relajación de tensiones comerciales y en su caso una flexibilización de la política fiscal pueden incentivar los beneficios. Pero, cuando el ciclo económico se alarga tanto como el actual las probabilidades comienzan a inclinarse hacia recesión y el desplome puede iniciarse en el mercado de deuda empresarial.
Hay demasiadas firmas en las que los pagos de intereses de su pasivo supera sus beneficios
Hay que tener en cuenta que las cifras de "empresas zombi" ha ido en aumento especialmente entre pequeñas y medianas empresas de EEUU, Europa y, sobre todo, Reino Unido, donde que las consecuencias del Brexit, con desplome del consumo básico minorista, abrumado por el endeudamiento, pueden contribuir a más casos de insolvencia como el del turoperador Thomas Cook. Asimismo es inevitable citar al grupo inmobiliario WeWork como empresa zombi por antonomasia, que continúa succionando cada vez más capital para mantenerse a flote. Además, como destaca un reciente estudio de Morgan Stanley, muchas otras grandes empresas sumamente endeudadas no obtienen suficientes beneficios para cubrir el pago de sus intereses como, por ejemplo, Telecom Italia y la griega de loterías Intralot.
El caso es que el aumento de la carga de deuda empresarial es la consecuencia lógica de las políticas monetarias expansivas de los bancos centrales, que han mantenido los tipos de interés en niveles persistentemente bajos. Así, la rentabilidad a vencimiento ajustada a inflación en crédito grado de inversión de la euro zona ronda menos 1 %. Además las empresas han aprovechado para reestructurar sus fuentes de financiación, siendo especialmente evidente en EE.UU. donde las empresas, según la Reserva Federal, han captado desde 2009 más de 3,1 billones de dólares en deuda y préstamos mientras que han recomprado acciones por valor de cuatro billones.
Además la calidad crediticia de las emisiones de deuda empresarial lleva décadas deteriorándose. En los años noventa la calificación crediticia media por S&P Global era de un sólido "grado de inversión". Ahora se sitúa solo un nivel por encima de calificación de deuda de alta rentabilidad -conocida como "bono basura"- y en caso de desplome económico aumentan las posibilidades de una repentina y dramática oleada de rebajas de calificaciones crediticias. Como muchos grandes inversores deben limitarse a deuda "grado de inversión", se verían obligados a vender activos degradados, lo que podría producir una grave congestión en el relativamente ilíquido mercado de deuda de alta rentabilidad, donde los restantes compradores no tendrían capacidad para absorber la oferta adicional. A ello se añade el debilitamiento de las protecciones que solía amparar a los inversores. En 2011, prácticamente todos los préstamos empresariales europeos se emitían con sólidas garantías y umbrales financieros mínimos para garantizar que las empresas cumplirían sus obligaciones. Pero en la actualidad más del 80% de deuda vendida por las empresas más grandes tiene garantías laxas o inexistentes, con protección insignificante para los acreedores.
De manera que los que invertimos en activos en dificultades y situaciones especiales estamos muy atentos al hecho de que 6% de la deuda de alta rentabilidad europea cotiza a niveles de "estrés". Su proporción ha subido desde 3% hace solo un año. En EEUU, 9,3% del índice de referencia de deuda de alta rentabilidad cotiza a niveles de estrés, frente a un mínimo de 3,5% en septiembre de 2018.
A pesar de esto la mayoría de inversores en bonos parecen autocomplacientes: la rentabilidad media a vencimiento en deuda empresarial de alta rentabilidad en Europa es de solo 3,1%, es decir, 1,2 % menos que hace un año, cuando la media de los últimos 20 años fue mucho mayor, del 8,5%.