Opinión

La importancia de las finanzas sostenibles en la estrategia de las empresas

La lucha contra el cambio climático abre la puerta a prometedoras inversiones

Según la definición del Informe Brundtland de la ONU (1987), desarrollo sostenible "es el que atiende a las necesidades de las generaciones actuales sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras para atender sus propias necesidades y aspiraciones".

En un entorno cada vez más creciente en cuanto a concienciación colectiva, el desarrollo sostenible se constituye como uno de los retos fundamentales que la sociedad en su conjunto debe afrontar, siendo necesario el compromiso de todos para tomar decisiones rápidas y encontrar soluciones duraderas. Además, con la dificultad de que, aunque las acciones deben tomarse en el corto y medio plazo, nos enfrentamos a un desafío donde la visión a futuro es esencial.

En este contexto, es importante puntualizar que la sostenibilidad tiene tres dimensiones: económica; social; y medioambiental, y que dentro de esta última ha cobrado especial relevancia la lucha contra el cambio climático y los planes para prevenir o mitigar este riesgo. Por este motivo, la gestión del reto debe abordarse de manera integral, incluyendo también la derivada social de la inclusión financiera.

Los Gobiernos y reguladores deben actuar como promotores de la sostenibilidad

Lógicamente, las empresas desempeñan un rol fundamental en la consecución del desarrollo sostenible, y esa concienciación colectiva provoca que estas sientan cada vez mayor presión para emprender acciones alineadas con esos objetivos, como reflejan los CFOs en los veinte países de Europa que participan en la 21ª Encuesta a la Dirección Financiera de Deloitte.

Así, en España, el 59% de los directores financieros indica que son los propios Consejos de Administración y Comités de Dirección de sus propias empresas quienes acrecientan dicha presión para que las empresas emprendan acciones para mitigar los efectos del cambio climático, mientras que los reguladores y gobiernos, según indica el 58% de los directores financieros, son los segundos actores que más incrementan dicha presión.

En el caso de Europa, parecen ser los propios clientes los principales catalizadores de esa presión, pues el 51% de los CFOs confirma este extremo, superando ligeramente el 50% de los que asignan la presión a Consejos y Comités de Dirección.

Por ello, la sostenibilidad se está articulando como uno de los ejes incluidos en la estrategia global de las empresas, y lo hacen las compañías de todos los sectores de la economía y con independencia de su tamaño. El compromiso con la sostenibilidad no es exclusivo de las grandes empresas ni de las de un sector concreto, pues todos tienen relevantes aportaciones que realizar a la sociedad (sectores energéticos, sector tecnológico, sector financiero y asegurador).

Las organizaciones desde hace tiempo ya venían adoptando planes para reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero, de manera que sus productos y servicios fueran más sostenibles y sus centros de fabricación conllevaran un menor consumo energético. En este sentido, el 81% de los directores financieros encuestados en España (11 puntos básicos por encima de los encuestados en Europa) afirma que su empresa está tomando medidas para aumentar la eficiencia del uso de energía, mientras que el 58% (también por encima de Europa) confirma que además está utilizando maquinaria, tecnologías y equipos eficientes en el consumo de energía o respetuosos con el medio ambiente.

En este sentido, las empresas están obligadas a redoblar sus esfuerzos y potenciar sus planes estratégicos fijando objetivos todavía más ambiciosos, en línea con la Unión Europea, que ha declarado la emergencia climática y su objetivo de ser climáticamente neutral en 2050.

A pesar de lo avanzado hasta ahora, todavía quedan muchas decisiones pendientes de tomar al respecto, que pueden afectar de manera decisiva a numerosos sectores y empresas de la economía. Es necesario tener un lenguaje común que recoja una definición apropiada de lo "que es verde" y lo "que no es verde", así como gestionar una adecuada transición de las empresas "marrones" y del impacto que la sostenibilidad tendrá en las mismas.

Probablemente asistamos a la adopción de nuevos modelos productivos por parte de las empresas y a un cambio de comportamiento por parte de los consumidores, que provocará cambios en las estrategias de las organizaciones. También los gobiernos y reguladores deben actuar como promotores del desarrollo sostenible, siendo necesario articular medidas reales y efectivas que incentiven a las empresas a alinear sus estrategias con dicho objetivo.

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