Opinión

La brecha de la edad

El porcentaje de hogares que eran propietarios de su vivienda principal continuó descendiendo

El Banco de España elabora desde 2002 y cada tres años la Encuesta Financiera de las Familias (EFF) y acaba de publicar la correspondiente a 2017, para lo cual fueron entrevistados 6.413 hogares.

La EFF mantiene en la muestra una buena cantidad de familias, lo cual permite obtener una visión longitudinal a la hora de analizar el comportamiento de la renta, la riqueza y el consumo a lo largo del ciclo vital de los hogares.

Entre la EFF de 2012 y la de 2017, es decir, en tan solo cinco años, se han producido cambios significativos. Por ejemplo, el porcentaje de cabezas de familia con 65 años y más ha crecido de 29,2 a 30,4%, mientras que la proporción de familias con vivienda en propiedad ha caído desde el 82,6% al 75,9%. También es llamativo el crecimiento del número de hijos en edades adultas que siguen viviendo en la casa paterna: el porcentaje en el caso de los jóvenes entre 25 y 29 años aumentó, entre 2012 y 2017, en 4,6 puntos, hasta el 53,1% , y entre 30 y 34 años aumentó en 4,2 puntos hasta el 24,7%.

Por otro lado, el número de hogares unipersonales no deja de crecer y a finales 2017 representaban un 25,5% del total.

La renta media familiar (bruta, es decir, antes de impuestos) era en 2016 de 34.000 euros anuales, siendo más altas en aquellas familias cuyo sostenedor principal trabajaba por cuenta propia. Entre 2010 y 2013 la renta media cayó, pero en 2016 volvió a subir hasta el nivel de 2010.

En 2017 la riqueza neta aumentó con la renta, con la edad, hasta la jubilación, y con el nivel educativo, y era mayor para los hogares cuyo cabeza de familia trabajaba por cuenta propia.

El 75,9% de las familias españolas son propietarias de su vivienda principal y representa el 43,3% de sus activos reales. Sin embargo, entre finales de 2014 y finales de 2017, el porcentaje de hogares que eran propietarios de su vivienda principal continuó descendiendo de forma apreciable, desde el 80,4 % hasta el 75,9 %. En general, se observan caídas en este porcentaje en todos los grupos de edad.

Aunque el principal objetivo de la EFF no sean los salarios según la edad, de sus resultados se deduce una clara discriminación salarial en contra de los más jóvenes, que están siendo sometidos durante y después de la crisis a unos contratos laborales que propician los bajos salarios y una enorme inestabilidad en el empleo.

Los efectos perversos de esta situación no recaen sólo sobre los directamente perjudicados, también sobre el futuro demográfico de nuestro país, pues la precariedad y la inestabilidad en los empleos conducen inexorablemente a una natalidad bajísima. Y a este respecto conviene saber que durante el primer semestre de 2019 el número de nacimientos ha sido el más bajo desde 1941. Por otra parte, la edad de la madre en el momento de tener el primer hijo superó –por primera vez- los 31 años en 2018.

La situación la describió crudamente una mujer en el reportaje que El País (13-XII-2019) dedicó a la natalidad. Estas fueron sus palabras:

»Estoy embarazada de cuatro meses, pero lo oculto en mi empresa porque tengo un contrato temporal que está a punto de finalizar y me da miedo que no me lo renueven. Todo mi entorno, de mi abuela a mis amigas, me recomienda que calle en el trabajo. La parte negativa de la maternidad siempre recae en la mujer.

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