
España conmemora el 41 aniversario de su Constitución en un contexto inédito. Acaba de constituirse el Congreso más fragmentado de nuestra democracia, y cerca de un tercio de sus componentes cuestiona varios pilares del sistema político nacido en la Transición, incluyendo el concepto de nación española o la Jefatura del Estado.
Este escenario, donde el logro de consensos resultará más difícil que nunca, lejos de debilitar a la Carta Magna, debe convertirla en ejemplo de cómo es posible unir partidos políticos dispares para la construcción de un exitoso modelo económico y social. Sean cuales sean los cambios que la Constitución del 78 pueda afrontar en el futuro, no deben mermar las bases que hicieron posible su valiosa contribución a la convivencia.