
Las esperanzas de que 2020 fuera el año en el que se iniciara una verdadera unión bancaria en la eurozona se estrellaron contra la última, y decepcionante, reunión del Eurogrupo. El guiño que, por primera vez, hizo Alemania el mes pasado a la posible aceptación de un fondo de garantía de depósitos común quedó en nada.
Como era previsible, la propuesta generó enfrentamientos internos en Berlín. Si a ello se suman las nuevas exigencias que, por su parte, plantea Italia, lo cierto es que el Eurogrupo no fue capaz de ir más allá de un principio de acuerdo, sobre aspectos operativos del fondo de garantía. Pero las cuestiones meramente técnicas carecen de significado, si no están acompañadas de un calendario de negociaciones políticas entre los Estados.