La aplicación del Impuesto de Sucesiones abre una enorme brecha entre autonomías. Un heredero puede pagar, por el mismo legado, hasta 103.000 euros más dependiendo de donde resida.
Los Gobiernos que más castigan a estos contribuyentes defienden que sus homólogos que bonifican Sucesiones son paraísos fiscales. Sorprende, sin embargo, la facilidad con la que Andalucía pasó de infierno a paraíso, ya que este año es la autonomía donde menos se paga por este concepto, mientras que antes lideraba la clasificación. Entre ambas situaciones, el único cambio fue la llegada de un Gobierno que prima la eficiencia en la gestión. Mientras, otras autonomías se afanan en exprimir a sus contribuyentes con impuestos anacrónicos sin que por eso dejen de engordar su déficit.