La deshonestidad, la inmoralidad, son consustanciales a la condición humana, nacen a la vez que nosotros, nos acompañan como la voz perversa de la conciencia (ángel frente a demonio).
Es tal su arraigo que, durante este lapso que el lector dedica a leer el artículo, algún alumno copiará en un examen, un juez prevaricará, un político inflará el presupuesto de una obra pública confabulado con un empresario sin escrúpulos, alguien cercano ocultará su estado civil para desplegar sus sueños y dotes de seductor; un mecánico inventará complicaciones y averías en un coche que llega al taller...
Dos rasgos son comunes en este tipo de individuos deshonestos: un egoísmo desaforado y una taimería, aprovechándose de la confianza depositada en ellos por las víctimas de sus desmanes, que anulan las señales de advertencia que la conciencia nos envía (la parte angelical).
Mas no nos engañemos, detrás de una rutina de actos indignos se refugia una persona con elevados niveles de inseguridad y desconfianza que, por esa baja autoestima, se siente impelido a controlar a su antojo su entorno vital; un sujeto con grandes y graves dificultades para integrarse en un grupo afectivo, que suple el afecto por la complicidad y la connivencia.
¿Cómo interfiere esta deshonestidad en la percepción emocional del entorno?
Los acontecimientos que conforman nuestra experiencia vital y las circunstancias que los rodean influirán, obviamente, en nuestros prejuicios establecidos y en la manera en que actuaremos en el futuro. Si interpretamos la realidad a través de los episodios deshonestos que observamos o padecemos, si nos habituamos a pensar mal y a ser desconfiados, seguramente realicemos un mal diagnóstico de las intenciones de nuestros interlocutores, lo que redundará muy negativamente en la manera de relacionarnos y en la felicidad personal.
Corremos el riesgo de establecer una serie de barreras infranqueables, "leer" mal las emociones y, como consecuencia, los vínculos con los demás pueden llegar a ser muy asimétricos y nada constructivos.
No se puede dar lo que no se tiene
Para que las relaciones interpersonales puedan llegar a buen puerto y consolidarse, necesitan de un tándem imprescindible compuesto de confianza y empatía, además de una predisposición para que este binomio se manifieste espontáneamente.
Si una persona deshonesta basa su comportamiento habitual en el engaño y en la trampa, será complicado que en un momento y para una ocasión puntual pueda modificar esta querencia adquirida y, como consecuencia, cada vez encontrará más y más irrealizable afianzar un nexo afectivo gratificante.
GPS de la conciencia y cómo utilizar las mejores rutas
Si en el mapa de la conciencia se priorizan los intereses personales, como un indicador de una adecuada conducta, utilizaré heurísticos (atajos mentales) que producirán una visión parcial de la situación y me llevarán a una cadena de asociaciones indebidas que restará importancia a las consecuencias que mis actos puedan producir.
En esta tesitura, la educación emocional constituye un pilar fundamental para reconocer este reduccionismo reflexivo de pensamientos absolutorios y ofrecer, al que lo padece, la posibilidad de una meditación constructiva acerca de las consecuencias de sus actos sobre las vidas de los demás y sobre la suya propia.
La filosofía de la ética también conforma un cimiento esencial en el que apoyarse para alcanzar este objetivo reparador, ya que nos brinda pautas muy concretas de actuación para poder tomar decisiones correctas.
Efectos letales de la deshonestidad
· La deshonestidad, tarde o temprano, rompe la convivencia y las relaciones humanas
· Si has sido deshonesto, debes ser consciente de que producirás dolor y sensación de engaño en el otro, además de una frustración y una decepción que tardarán largo tiempo en restañarse.
· Si eres deshonesto, a la larga generarás en los demás desconfianza, ira y desilusión.
· Ser deshonesto implica romper derechos y limites, tanto sociales como emocionales.
· Ser deshonesto genera culpa y no sale gratis, ya que el que se siente culpable normalmente recurrirá al autocastigo, retroalimentando un circulo tóxico que atrapa tanto a su entorno más próximo como a sí mismo.
Cómo descubrir si estás ante alguien deshonesto
· Le gusta hacer trampa y engañar e intenta naturalizar mentalmente el mal generado (al final, todos lo hacen y no es para tanto)
· Siempre está en conflicto con los demás y consigo mismo (son los demás los que tienen la culpa, tiene cero autocríticas)
· Se muestra muy simpático en un inicio, ganando tu confianza (imposible dudar de él)
· Se muestra irrespetuoso, pero trata de disfrazarlo constantemente (era una ironía, no te lo tomes a mal)
· Vive de apariencias (siempre está intentando mostrar a alguien quien realmente no es)
· Lo que dice no coincide con lo que piensa ni con lo que hace
· Suele tener desapariciones sistemáticas cuando se siente descubierto
Algunos consejos prácticos
No es bueno vivir a la defensiva o con el radar siempre alerta, pero si sí es importante tener en cuenta que cuando una persona, de forma constante, tiene un comportamiento que no coincide con lo que expresa estamos ante alguien deshonesto.
Oportunidades, las justas: si no hay un verdadero trabajo interior, una persona deshonesta tenderá a repetir sus esquemas mentales.