
Las pequeñas y medianas empresas (pymes) son cruciales para el futuro económico, prosperidad social y la estabilidad general en Europa.
Esto, que desde siempre se dice y remarca desde diversos foros, se hace muy necesario que sea una prioridad real en esta nueva legislatura que comienza en el Parlamento y Comisión Europea. Si bien las pymes, en su análisis individual, pueden parecer pequeñas; por el contrario, en una visión colectiva, son grandes en número y grandes en su importancia económica, ambiental y social.
Hoy en día son la columna vertebral de la economía europea, perfectamente insertadas en el tejido de su sociedad, se confirman como un verdadero catalizador para la innovación y el tan anunciado cambio sostenible, además de cruciales para la prestación de servicios y productos a los ciudadanos, tanto a nivel local (UE) como internacional.
Por aportar un dato para la reflexión, indicaría que representan el 99,8 por ciento de todas las empresas de Europa, la mayoría (93 por ciento) tiene menos de 10 empleados. Asimismo, en una gran parte, si no en todos los Estados Miembros, suponen el mayor porcentaje del PIB del sector privado y, por ejemplo, el empleo de las pymes de 2013 a 2016 creció casi un 50 por ciento más que en el resto de todos los intervinientes de la economía europea. Siendo esto es así deberíamos preguntarnos por qué los enfoques para reflejar estas diferencias, como el principio Think Small First ("piensa primero en lo pequeño") y las promesas hechas en la ley de la pequeña empresa (Small Business Act), aunque se haya avanzado, aún cuesta tanto que se concreten satisfactoriamente para las pymes en Europa; teniendo claro que los políticos, técnicos y reguladores europeos reconocen y han reconocido, cada vez más, el importante papel de las pymes en la economía y la sociedad europeas, y que tienen características diferentes en comparación con las grandes firmas y entidades.
Y esto es, precisamente, lo que nos preguntamos desde la European Federation of Accountants and Auditors for SMEs (EFAA for SMEs), organización de la que forma parte muy activa el Consejo General de Economistas de España. Desde la EFAA for SMEs se están sugiriendo diversas acciones para intentar colaborar en este próximo periodo legislativo y ejecutivo europeo, así como en su posterior traslación a la normativa o políticas a nivel de cada país. En este sentido, en el memorándum elaborado por EFAA sobre las recomendaciones realizadas en este apartado para las Elecciones al Parlamento Europeo de 2019, se establecen claramente unas prioridades para las pymes europeas. Prioridades que surgen de la clara legitimidad que da la experiencia diaria de miles de miembros (más de 370.000) de las organizaciones que forman parte de EFAA y que, por tanto, se relacionan día a día con millones de pymes.
Si hay alguien que entiende a una pyme es su economista, su consejero (adviser), accountants, en definitiva, sus profesionales más cercanos, conocidos en Europa como SMPs (Small and Medium Sized Practitioners). Parece muy difícil, que otros lobbys, organizaciones más grandes, que representando muy lógicamente intereses de grandes corporaciones, y que ahora dicen incorporar -además- el interés de las pymes, puedan cumplir eficientemente ambos objetivos y por tanto ser correa de transmisión de los verdaderos desafíos a los que éstas se enfrentan por una cuestión de objetivos, estrategia, tamaño, historia, granulación y sentido de la eficiencia, eficacia y proporcionalidad. Pero, centrándonos en los retos a los que deberíamos dedicarnos, el primero sería la promoción del emprendedurismo, una efectiva política europea de apoyo a la pequeña y mediana empresa, pero construida alrededor del fortalecimiento de la ley de la pequeña empresa, en línea con una Smart regulation ("reglas inteligentes") y el principio citado de Think Small First.
Mejorar la transformación digital de la pequeña empresa es prioritario
Las siguientes prioridades estarían en el campo de mejorar la transformación digital de las pymes, de tal forma que cualquier disposición jurídica nueva o revisada sea lo suficientemente flexible, neutral y preparada para el futuro de los pequeños negocios en el ámbito digital, garantizándose la equidad, la transparencia y la igualdad de condiciones para las empresas de todos los tamaños. Destacando la necesidad de garantizar, con hechos y presupuesto, la igualdad de acceso a los datos de alta calidad para las pymes, a las inversiones en ciberseguridad desde la UE y a la participación en las iniciativas de la UE para el desarrollo de la Inteligencia Artificial.
Facilitarles el acceso a la financiación de la innovación y el crecimiento en la pyme es otro de los retos, con una escala y requerimientos realistas y adecuados, no más "contigo, pero sin ti". Por ejemplo, pensando en regulaciones bancarias que puedan fomentar los préstamos a las pymes, apoyando e incentivando otras estructuras bancarias no tradicionales, formas alternativas de financiación y fomentando las inversiones productivas con nuevos programas europeos y normas fiscales dirigidas a este ámbito empresarial, no a la globalidad.
Promover la contribución de las pymes a la economía sostenible sería otro de los objetivos, pero eliminando barreras muy ciertas que les están impidiendo acceder a la economía circular o estableciendo requisitos y medidas de información financiera y no financiera proporcionales a su tamaño para que las pymes informen sobre su contribución a la misma.
Apoyar su internacionalización, incluyendo capítulos específicos adaptados a este tamaño empresarial, en los tratados y acuerdos de libre comercio -en los que ya se ha hecho los resultados han sido destacables en lo positivo-, es otra de las prioridades trabajadas. Por último, se hace necesario pedir una completa implementación del Single Market europeo realista. Es un hecho que, en el estado actual, las pymes siguen cuestionándose si el Single Market ofrece más beneficios que costes para ellas, justo el objetivo que debe perseguir. Queda aún mucho recorrido en este apartado, analizar las normas existentes, si se aplican o no, o si son especialmente estrictas para el ámbito de la pyme europea en un contexto internacional , o si suponen el traslado de barreras de un país a otro.
Por no hablar de la definición de "interés general" contenida en la regulación europea, que desde su ángulo económico necesita ser revisada y evaluada por su importante incidencia en las pymes, las cifras que di al principio de la columna de hoy servirían para poner en contexto esta afirmación. La aplicación del principio "piensa primero en lo pequeño" y asegurar una regulación inteligente (Smart regulation) exigen una comprensión exhaustiva -no todos la tienen- de la capacidad de las pymes para cumplir con las normas previstas y, por lo tanto, una atención específica durante la evaluación de impacto. La política de la UE debe respetar el principio de subsidiariedad y basarse en un valor añadido real para estas empresas y Europa en su conjunto. Y en este papel quien mejor puede aportar es quien las conoce, crece con ellas y, primordial en la era de la transparencia y el buen gobierno, quien no tiene conflicto de intereses de ninguna clase y manera.
De ahí que, para terminar, también parezca necesario planificar consultas públicas y recopilación de datos en cooperación con las organizaciones de pymes y sus profesionales, donde en estas consultas públicas se dé mayor peso - por real- a las aportaciones de las organizaciones representativas de las Pymes y sus asesores profesionales (SMPs) en el ámbito económico-financiero, sin otras interferencias.