Opinión

El doctor Sánchez y Mister Hyde

Pedro Sánchez, presidente del Gobierno en funciones

El lenguaje popular ha convertido al personaje de la novela gótica de Robert Louis Stevenson en el arquetipo ideal para describir a la persona que cambia radicalmente de moral y de principios dependiendo de la situación en que se encuentre.

Una dualidad que hoy, en la política española, personifica como nadie Pedro Sánchez, cuya trayectoria como dirigente socialista y como gobernante podría figurar en el Guinnes de las contradicciones y de las veleidades, especialmente en su enfoque (si es que alguna vez lo tuvo) del problema secesionista en Cataluña y en sus relaciones con el independentismo en cualquiera de sus manifestaciones y el territorio en el que se desarrollen.

Sin haber tenido el tiempo suficiente para analizar la sentencia del Tribunal Supremo sobre el procés y careciendo de los conocimientos jurídicos suficientes para valorarla, sí llama la atención la prontitud del presidente en funciones y sus gobierno en anunciar que "no procede hablar de indultos", ¿excusatio non petita?, la movilización de ministros para defender el fallo judicial dentro y fuera de nuestra fronteras, y el llamamiento a la unidad de los partidos constitucionalistas frente a la reacción de los indepes ahora y tras los comicios del 10-N.

Las promesas electorales del presidente impulsarán la desaceleración

Es la cara buena del doctor Sánchez en una campaña electoral en la que las encuestas no le dan los resultados que esperaban y en las que el PSOE mantiene una curva descendente, leve pero a la baja, y que se acentúa según pasan las semanas. Pero esta aparente figura de estadista se transforma en el perverso míster Hyde cuando pasa de las palabras a los hechos y sigue gobernando precisamente con los independentistas en la Diputación de Barcelona y en 34 ayuntamientos catalanes. O cuando su compañero y mentor Miquel Iceta se desmarca del bloque constitucional y no apoya la moción de censura contra Torra en Cataluña; cuando el PSC vota en el Parlamento catalán una resolución a favor de los terroristas y para expulsar a la Guardia Civil de esa Comunidad; cuando acaba de consentir la creación de tres nuevas delegaciones ilegales de la Generalitat en el extranjero; y cuando el ministro del Interior calla como Judas ante los ataques a las fuerzas de seguridad del Estado en Cataluña y su delegada del Gobierno corre a rendir sumisión a los Mossos d'Esquadra tras el desplante de los jefes de la policía autonómica en la fiesta patronal de la Benemérita.

Y esto por no hablar de su pacto con los herederos de ETA en Navarra, sus cesiones económicas al PNV o su defensa del artículo 155 en Madrid mientras evita mencionarlo en Cataluña.

Una doble cara y una doble moral que también ejerce en el campo de la economía donde se ha lanzado a una orgía verbal de compromisos como equipar la subida de las pensiones al IPC, elevar un 2 por ciento el sueldo de los funcionarios y aumentar los beneficiarios del PER que, en conjunto supondría un gasto adicional de 5.000 millones de euros en unos momentos en los que el crecimiento está en el q peor dato desde 2014, el déficit ha superado ya el límite previsto para todo el año, la deuda pública supera el 100 por ciento del PIB, la inversión ha entrado en tasas negativas del -1,4 por ciento y las previsiones de Funcas rebajan el avance del PIB en este año a sólo el 1,9 por ciento con una reducción de más de un punto en el consumo de los hogares.

Si Sánchez hubiera aprovechado las enseñanzas de ese doctorado en económicas del que presume debería saber que la aplicación de esas teorías keynesianas que tanto gustan al sanchismo sólo son posibles con una economía en expansión y con un banco central que le dé a la máquina del dinero sin importarle la inflación. Dos condiciones de las que ahora España carece y que convierten las promesas del presidente en funciones en gasolina para el fuego anteponiendo al interés nacional sus intereses personales y los engaños electoralistas.

WhatsAppFacebookTwitterLinkedinBeloudBluesky