
Los precios inmobiliarios en Barcelona registran una caída del uno por ciento en el trimestre que está a punto de terminar. Pese a su escasa cuantía se trata de un retroceso significativo por dos motivos. En primer lugar, el sector residencial barcelonés no veía un retroceso de los precios en términos interanuales desde 2013, uno de los años de apogeo de la crisis.
Pero, además, la Ciudad Condal tiende a actuar como un punto de observación adelantado, en el que es posible atisbar las tendencias que luego seguirá el inmobiliario del conjunto del país. De hecho, los estancamientos o retrocesos de precios ya se están produciendo en diez autonomías. Todo apunta, por tanto, a que estamos ante los síntomas de un cambio de ciclo en el mercado, pero no hay razones para temer esta evolución y apresurarse a vaticinar un escenario semejante a los años posteriores a 2008.
Barcelona anticipa una caída de los precios de la vivienda que no tiene ningún viso de producirse con brusquedad
El promedio del conjunto de España, lejos de estar en negativo, todavía muestra un leve crecimiento del 1,2 por ciento. Pero la principal causa para descartar una caída del valor de los inmuebles abrupta se encuentra en que en ningún momento reciente se ha originado una nueva burbuja en el sector. Lo que sí ha existido es un cierto sobrecalentamiento del mercado, sobre todo de vivienda usada, en áreas muy localizadas como las zonas turísticas, y las dos mayores ciudades españolas, que se va corrigiendo de forma paulatina. De hecho, aunque los precios bajan en Barcelona, en Madrid todavía muestran un avance en escala interanual del 3 por ciento. Se dan así todas las condiciones para que el inmobiliario normalice su evolución y muestre un ritmo más coherente con el contexto actual de menor crecimiento económico.