
Desde hace meses, el sector turístico temía la caída de Thomas Cook, un gigante de los touroperadores incapaz de adaptarse al modo en que internet transformó esta actividad. Pero, aunque fuera una quiebra prevista, sus efectos potenciales no son menos perjudiciales, especialmente en España.
Dado su tamaño, será difícil que el servicio de Thomas Cook sea asumido con rapidez por otras compañías, lo que afectará a muchos pequeños touroperadores españoles dependientes de él. Además, su presencia es intensa en las rutas aéreas a Baleares y Canarias, lo que daña su conectividad. Pero, sobre todo, debe considerarse el modo en que la quiebra del principal operador turístico británico puede agravar la caída de visitantes de ese país a España que ya provoca el Brexit.