Opinión

Argentina pierde el paso

Pocos días de diferencia separaron las elecciones primarias, las PASO, de la celebración del 120 aniversario del nacimiento de Jorge Luis Borges. Si algo caracterizó su pensamiento durante casi toda su vida, fue su intenso antiperonismo, lo que complicó su relación con el "hecho maldito" de la política argentina.

Esto viene a cuento del contundente e inesperado resultado de las PASO, que de una manera muy gráfica señaló que el peronismo no muere o que por ahora goza de buena salud. Incluso desde fuera del país, es recurrente la idea de que los argentinos siempre tropiezan con la misma piedra.

Las PASO reconfiguraron súbitamente el tablero político, al tiempo que afloraron numerosos interrogantes sobre el futuro inmediato de Argentina, reflejo de una crisis profunda e inacabada. Pese a todo, habría que recordar que cuatro años atrás se señalaba insistentemente, después del también sorpresivo triunfo de Mauricio Macri contra el kirchnerista Daniel Scioli, que si el presidente completaba su mandato y entregaba el bastón de mando a su sucesor, fuera quien fuera, sería algo totalmente histórico.

Por primera vez desde 1946, un presidente civil (y no peronista) elegido democráticamente, podría concluir algo semejante. Lo exiguo de la victoria y la minoría parlamentaria de su gobierno realza el valor de una profecía, a punto de ser cumplida. En efecto, si el 10 de diciembre Macri entrega la presidencia a Alberto Fernández, el candidato kirchnerista o peronista (solo el tiempo aclarará esta disyuntiva), la política argentina comenzará una nueva y diferente etapa.

De momento se ha evitado una catástrofe, aunque los mercados siguen revueltos 

Otra vez ha funcionado el voto del enojo o voto bronca, centrado en el castigo a un gobierno que erró a la hora de enderezar la economía y satisfacer las necesidades básicas de los ciudadanos. La inflación se llevó por delante los ahorros de las clases medias y de los sectores más empobrecidos. Al ser más evidente la dificultad de llegar a fin de mes, la economía volvió a ser un elemento clave. Por eso, la polarización no le sirvió a Macri. Para que esta hubiera funcionado, la elección debería haberse resuelto en función de las diferencias políticas y el rechazo que generaban el presidente y Cristina Fernández, lo que no ocurrió.

El kirchnerismo tiene un piso sólido, superior al 30 por ciento, incrementado por las alianzas con el peronismo menos izquierdista que supo tejer Alberto Fernández. Desde este punto de vista, las candidaturas de unos y otros provocaron resultados diversos. Contra lo inicialmente apuntado, la elección del candidato de Cristina Fernández fue una excelente jugada, al aportar moderación y previsibilidad, algo que reforzó el silencio (¿coyuntural?) de la ex presidenta.

Mientras Macri, en lugar de convocar a un radical, se decantó por el peronista Miguel Ángel Pichetto, que no pudo o no supo ganar el favor de los gobernadores peronistas para el macrismo. No solo eso. Al elegir un peronista como compañero de fórmula, Macri enviaba un mensaje confuso sobre su deseo de ser una opción superadora del peronismo, al que considera un movimiento a recluir en el pasado político argentino.

Las PASO provocaron interrogantes sobre el futuro más cercano del país 

Una de la preguntas más repetidas tanto dentro como fuera de Argentina, es si Macri podrá ser reelegido. Es algo posible pero bastante improbable. Para que ocurra, deben darse algunos supuestos que cambien las condiciones que permitieron el resultado de las PASO: que aumente sustancialmente la participación y que crezca el voto a Macri y descienda el de los Fernández. Para ganar en primera vuelta hay que obtener más del 45 por ciento de los votos o más del 40 por ciento, y una diferencia de 10 puntos con el segundo. Esto ocurrió el 11 de agosto y podría volver a pasar el 27 de octubre. La duda es si bastará con la masiva movilización de los sectores no peronistas.

La otra cuestión, más dramática, gira en torno al probable gobierno de Alberto Fernández. Para responder, habrá que saber quién mandará: ¿Alberto o Cristina?, junto con el lugar que tendrán las instituciones, comenzando por la justicia y el parlamento. Los juicios contra la corrupción serán un buen termómetro para evaluar este extremo y otro el cumplimiento de los compromisos adquiridos por el actual gobierno, comenzando por el FMI.

De momento, aunque solo de momento, se ha evitado la catástrofe que se presentía en el caso de haber ocurrido lo que finalmente pasó con las PASO. Pese a algunos logros iniciales debido a alguna muestra de sensatez por parte de los dos principales candidatos, los mercados siguen muy revueltos y eso podría provocar consecuencias irreversibles que no interesan a ninguno de ellos. Por eso, a futuro se impone, gane quien gane, continuar el diálogo. Como escribió Jaime Durán Barba, se trata de la única salida posible para salir de la crisis. Argentina necesita que Macri y Fernández colaboren para sacar al país del atolladero en el que se encuentra.

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