Opinión

Nueva frente en la guerra comercial

Los máximos mandatarios de EEUU y China

La cumbre del G-7 terminó para los mercados en un tono muy diferente a aquél con el que comenzó la semana pasada. Entonces, la escalada arancelaria entre EEUU y China provocó fuertes caídas. Ahora, el presidente Trump mostró un tono más conciliador, al asegurar que mantiene la reunión de las delegaciones estadounidense y china para el mes próximo. Por su parte, Pekín igualmente expresó su deseo de mantener unas "negociaciones tranquilas".

Ahora bien, pese a la rebaja del tono (una de las muchas que ha habido en el último año y medio), sería precipitado disipar los temores que resurgieron durante el fin de semana. Las posibilidades de que se alcance un acuerdo definitivo la semana que viene siguen siendo casi nulas. Además, resultaría ingenuo pensar que el enfrentamiento tiene ya que limitarse a las armas propias del comercio exterior.

La posibilidad de que Trump declare el estado de emergencia minaría la capacidad de financiación de la economía china

En Biarritz, Trump no se limitó a instar a las empresas estadounidenses a que dejen de negociar con China. Además, abrió la posibilidad de decretar el estado de emergencia nacional. Sin la necesidad de la aprobación del Congreso, la Casa Blanca está en condiciones de reaccionar a acciones de Pekín que considere "desestabilizadoras", como puede ser una mayor devaluación de yuan, ahora que la divisa continúa en mínimos de los últimos once años. En ese escenario, Trump podría minar la capacidad de financiación de China, mediante el veto a su entrada en el mercado estadounidense. La guerra entre los dos gigantes, lejos de aproximarse a un final, puede multiplicar sus frentes. Máxime cuando es dudoso que a Trump le interese llegar a un pacto definitivo, más allá de acercamientos parciales si la situación económica de EEUU se deteriora, antes de las elecciones de 2020.

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