
En esta comedia de enredo en que los artistas de los nuevos partidos y quienes han tomado el protagonismo de los viejos han convertido el Parlamento y la vida política española de los quince últimos meses la diplomacia, la razón de Estado y el servicio a la ciudadanía han dejado de ser el principio fundamental que rige las decisiones y actuaciones de los líderes y las camarillas dirigentes de las distintas formaciones para ser sustituidos por el tacticismo, los intereses personales y la mentira como elementos de acceso al poder y el control partidario de los organismos públicos.
Todo lo que en la Transición y sus artífices fue generosidad, renuncia y apuesta por la democracia y el Estado de Derecho es hoy una hoguera de mezquindades que ha alcanzado su punto culminante en este verano de ínterin entre la fallida investidura y la convocatoria de nuevas elecciones que podríamos, definir parodiando el título de la película de Manuel Gómez Pereira, con la pregunta de ¿porqué le llaman negociar cuando quieren decir urnas?
En Moncloa y en Ferraz confirman en privado que tienen "prácticamente descartada una nueva investidura y preparan ya elecciones"
Una manipulación dialéctica a la que juegan todos, empezando por el Gobierno en funciones y su presidente convertido en aprendiz de Trump por eso de gobernar con twit. El "no es no" a la propuesta de las Unidas Podemos y al gobierno de coalición aboca inexorablemente a volver a los comicios, salvo rendición incondicional de Pablo Iglesias y los suyos que ya se han encargado de decir nones al trágala. Y eso lo saben en Moncloa y en Ferraz, donde quienes se han quedado al frente confirman en privado que tienen "prácticamente descartada" una nueva investidura y preparan ya las elecciones en noviembre, mientras recuerdan las palabras de Sánchez durante la negociación de junio cuando afirmó que "no hay septiembre".
Y otro tanto ocurre con Casado y el PP. Que niegan con la boca pequeña las ganas que tienen de repetir unos comicios con los que mejorar los tristes resultados de abril, confiados en el "tirón" que pueden proporcionarles los gobiernos de Madrid, capital y autonomía, el desencanto del voto de VOX y la predicción de las encuestas. También en Genova admiten que trabajan ya en las elecciones e, incluso, vaticinan "cambios en los cabeza de lista" de algunas circunscripciones para colocar a dirigentes regionales y locales con mayor predicamento, en detrimento de algunos "fichajes estrella" que restaron mucho más de lo que se suponía podían aportar. Léase algunas provincias andaluzas y en el País Vasco, entre otras.
En Génova vaticinan "cambios en los cabezas de lista" de algunas circunscripciones para sustituirlos por dirigentes regionales y locales con más predicamento
A este convencimiento de que la opción más probable son las urnas responde el movimiento de Casado en la Junta Directiva Nacional de julio, arrojando "lastre" de cospedalistas para rodearse de una guardia pretoriana de fieles e incondicionales. Algo similar a lo que ha hecho Albert Rivera en Ciudadanos, donde también están ya en precampaña, aunque aquí siguen diciendo, por ahora, que no van a entrar en esa España Suma con un PP que piensan que en algunos territorios como Cataluña ni les "suma ni prestigia. Claro que también se opusieron inicialmente en Navarra y al final entraron.
Y el único que no juega a este travestismo de conceptos es Podemos, aunque si lo hace en la estrategia porque su nueva propuesta de gobierno esconde una segunda derivada que es recuperar votos por la izquierda del PSOE responsabilizando a Sánchez de repetir las elecciones. Y es que, volviendo a la película de Manuel Gómez Pereira, lo que ofrecen Iglesias y los suyos no es el amor platónico de un acuerdo programático sino el sexo de compartir el Consejo de Ministros. Y el sanchismo, para eso, ya ha dejado claro que prefiere a otra pareja.