Opinión

La política monetaria no es una pócima mágica

Este fin de semana está reunida en una idílica población de Wyoming, Jackson Hole, la plana mayor de los responsables de la política monetaria. No estará el italiano Mario Draghi, pero el BCE está bien representado, acaparará además los ojos de periodistas, financieros, economistas y políticos. Todos los ojos se han vuelto hacia ellos, pues la desaceleración económica es ya un hecho incontestable en todos los rincones del planeta y amenaza con convertirse en una recesión global. Siendo un sitio idílico, no es una inquebrantable aldea gala, los banqueros centrales no son druidas, por supuesto la política monetaria no es la pócima mágica, y la desaceleración menos una legión romana. La situación no es una trama de una historia de Asterix y Obelix. Desde hace ya mucho tiempo, los mercados financieros y el mundo económico vienen considerando a la política monetaria la pócima frente a todos los problemas económicos.

Fue bajo el mandato de Greenspan en la FED, finales del siglo pasado, que esa visión se ha generalizado. Greenspan es un economista de corte muy monetarista, seguidor de la regla de política monetaria de John B. Taylor. Sus éxitos frente a la quiebra, al finalizar la década de 1990 de un hedge fund, Long Term Capital Portfolio, así como su papel para estabilizar el peso mejicano, le granjearon las loas. Sin embargo, su política de caída de tipos y la falta de normalización de la misma, infló el precio de los activos financieros tecnológicos, como el nobel Paul Krugman destaca en sus estudios, me refiero a la burbuja financiera, al NASDAQ. Posteriormente, los atentados del 11-S, dejaron nuevamente a Greenspan como muñidor de unos terribles efectos económicos, su actitud fue de una nueva vuelta de tuerca a las facilidades monetarias, bajadas de tipos de interés. Esta vez, esas bajadas y la facilidad para endeudarse, provocó la terrible recesión de las hipotecas subprime, que golpeó a todas las economías adelantadas del mundo.

Con Bernanke ya al mando en la crisis, el nuevo presidente decidió explorar caminos ignotos. La política monetaria entra en terrenos que van más allá de ser imaginarios. El famoso "helicóptero Bernanke", inundar de dólares a EE.UU. y al mundo.

Dejando ahí el relato, pasamos a Europa, el recién creado BCE articulado sobre una integración deficiente, pues no había unión financiera ni bancaria, estaba presidido por el francés Trichet. No solo no vio la que se avecinaba, sino que incluso subió los tipos de interés en plena crisis. No fue hasta la llegada del italiano Draghi, y ante la posibilidad de una ruptura del euro, que nuestro banco no se pone manos a la obra. El tratamiento empleado era muy semejante al de Bernanke, inundar de euros el mundo a un tipo de interés ridículo.

La desaceleración económica es un hecho y amenaza con convertirse en una recesión global 

Pasados ya unos años de los principales problemas, hoy el mundo se enfrenta, y sí es cierto que pueda ocurrir, a una recesión global que amenaza a miles de puestos de trabajo y hace recordar a la pasada recesión del estallido del crédito. Ahora se vuelve a mirar hacia la pócima mágica y a los druidas.

Pero, ¿qué ocurriría si la pócima por tanto uso nos ha inmunizado a sus efectos, si por el abuso no solo no actúa como queremos, sino que se ha convertido en una droga? ¿Qué ocurriría, cómo se ha llegado hasta aquí?

El cómo se ha llegado es fácil de responder: se ha abusado de tal manera que sus efectos ya no son beneficiosos. La productividad marginal del capital lleva bastante tiempo siendo muy baja y, además, es negativa. Parece que la adicción a la política monetaria ha anulado los efectos beneficiosos. Como se suele decir sobre las drogas, todo depende de la cantidad, de la dosis.

Sólo EE.UU. ha venido contemplando medidas adicionales económicas y de reformas fiscales para apoyar, es por ello que la FED dio los primeros pasos para normalizar su política. Aquí en Europa, Draghi a predicado en el desierto para que se llevaran a cabo reformas de calado, para continuar con la integración donde solo se ha trabajado en la bancaria, no por ejemplo en la fiscal; además, la política es pasto de demagogia, populismo, bulos -léase Brexit, situación italiana o previsibles cuartas elecciones en España en cinco años-.

El Banco de España, BdE, en su web, al hablar de la política monetaria manifiesta: "puede entenderse que las medidas de política monetaria suelen tardar bastante en influir en la evolución de los precios". Pues bien, desde el 2012 donde Draghi pronunció el histórico "whatever it takes", la eurozona registra una inflación alejada del 2 por ciento, el 1,1 en julio. La razón de que después de siete años sigamos sin signos de ese 2 por ciento, la volvemos a encontrar en la web del BdE: "además hay que tener en consideración la existencia de perturbaciones de origen muy diverso (…)". Esas perturbaciones a las que alude el BdE tienen causas políticas y falta de firmeza en la necesidad de complementar a la monetaria.

Una guerra suicida como son todas las guerras, y las comerciales no son una excepción, especialmente después de una grave crisis, –veáse las consecuencias de la Ley de Aranceles de 1930, conocida como Ley Hawley-Smoot, en el crack del 29- como la que está llevando a cabo Trump contra China, está detrás de la caída del comercio mundial y la contracción que se percibe, la principal causa de acercarnos al averno de la recesión mundial.

Una torpeza mayúscula de un político populista como fue David Cameron con la convocatoria del Brexit, donde el actual primer ministro quiere pisotear la concordia y convivencia, gráfico en lo de pisotear lo de poner en la visita a Francia el pie en la mesa en su reunión con Macron. Esta situación agrava la debilidad de la vieja Europa.

Una política de lucha contra el cambio climático de prohibiciones y fuertes restricciones, en lugar de primar la colaboración, la innovación que amenaza con desquiciar a la industria automovilística. Ahí están las palabras del presidente del ZEW, Achim Wambach: "los ataques de pánico en el debate sobre cambio climático crean inseguridad en la economía". La prevalencia de la política del palo frente a la de la zanahoria; de los populistas frente a los estadistas.

Se ha abusado de la política monetaria y esto ha provocado que sus efectos ya no sean beneficiosos 

Hay que empezar a descartar y erradicar las políticas populistas y fáciles, más sobre temas económicos. El mundo tiene por delante tres retos colosales: la pérdida de peso de Estados Unidos frente a China, la irrupción de los avances tecnológicos disruptivos, y por supuesto el cambio climático. Programas de cooperación y entendimiento, inversiones e innovaciones para combatir el cambio climático, fuertes inversiones en las infraestructura necesarias para la llegada del 5G, o la lucha contra el fortísimo envejecimiento de la población en Europa. Sin estos temas y muchos más que se pueden poner encima de la mesa, ser materia de estudio, debate e implementación de un plan eficaz para luchar contra ellos, la política monetaria no servirá de nada. Bueno, sí, para inflar aún más el precio de los activos financieros que parecen estar formando una burbuja descomunal. En esta misma semana: tipos negativos a emisiones alemanas a 30 años. ¡De burbuja en burbuja hasta el estallido final!

La política monetaria es eficaz pero pierde todo el sentido cuando no solo no es apoyada por el resto de posibilidades, sino que encima es torpedeada. Jackson Hole no es una remota aldea gala, no hay jabalíes sino castores, los banqueros centrales no son druidas, la política monetaria puede no ser la pócima sino la droga, y quizá, solo quizá, las legiones romanas sean alguno de los actuales responsables políticos.

Después de haber oído al que debería ser el druida americano, Jerome Powell, y sin conocer el mensaje de druidas, la pregunta es: ¿los banqueros centrales siguen siendo independientes e irreductibles, o han caído en las garras de las legiones? ¿La política monetaria es la pócima o se ha convertido en droga?

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