Opinión

Sin base para una crisis inminente

La semana quedó marcada por el miedo a una recesión global comparable a la de 2009. Con todo, pese a los riesgos evidentes, cabe poner en cuarentena esa predicción en todas las áreas, en primer lugar, EEUU. Resulta discutible que la inversión de la curva de rendimientos de sus bonos sólo pueda deberse a una crisis próxima. La renta fija está marcada por la entrada en negativo del cupón de varias emisiones de deuda a corto plazo. Los ahorradores se ven obligados a recurrir a bonos con mayor vencimiento para obtener rentabilidad.

Es posible que la mayor demanda de bonos estadounidenses a 10 años sea lo que invirtió la curva y no el miedo de recesión. Es más, EEUU cuenta para combatirla con la expectativa de que las negociaciones sobre la guerra comercial con China seguirán en septiembre y que la Fed volverá a bajar tipos. En Europa, el BCE también se prepara para actuar con medidas inéditas como la compra de renta variable. Pasos tan decididos pueden compensar los riesgos que implican la contracción del PIB alemán o un Brexit duro, si es que este último llega a producirse. Además, la eurozona puede aún contar con el avance del PIB español, para el cual, nadie pronostica una caída en 2020, sino una desaceleración que le hará perder el nivel del 2 por ciento. Por tanto, falta una base sólida para garantizar una recesión inminente, aunque esa realidad no debe estimular la complacencia. La volatilidad continuará en los mercados y los expertos ven un escenario global más complicado en el segundo semestre de 2020. En cuanto a España, la persistencia de la inestabilidad institucional o la perspectiva de alzas fiscales ya afecta a la creación de empleo y a las expectativas de inversión.

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