Opinión

Seria amenaza para la eurozona

El comportamiento de las bolsas y de la renta fija a ambos lados del Atlántico reflejan con claridad el miedo a una nueva recesión global. Anomalías como la exigencia de un mayor interés a los bonos estaunidenses cuyo vencimiento está más cercano, frente a aquellos cuya vigencia supera los 10 años, constituyen fenómenos que recuerdan a los momentos previos a la Gran Recesión que el PIB mundial vivió desde 2009.

Con todo, pese a las semejanzas, existen importantes diferencias, ya que ahora actúan factores totalmente inéditos como el Brexit o la guerra comercial China-EEUU. Es más, en el caso de la eurozona, se dibuja una situación casi exactamente opuesta. En la pasada crisis, fueron las economías del sur (Italia, Portugal, España...) las más perjudicadas, mientras que el norte de la Unión Monetaria, en especial Alemania, mantenía a flote al bloque en su conjunto. Ahora España tiene que revisar al alza su previsión de PIB para 2019 mientras el país teutón afronta el final abrupto de una década de avance ininterrumpido, debido al deterioro de los dos pilares de su economía: la exportación y la producción industrial.

Exactamente la contraria es también la actitud que Berlín muestra ante esta situación. Ante la crisis del euro, criticó la política de estímulos del BCE, por juzgarla un salvavidas para los países del sur cuyo coste era sufragado por los ahorradores y las empresas alemanas. Ahora, sin embargo, incluso el Bundesbank aplaude los planes de Mario Draghi de recuperar los estímulos monetarios.

El viraje evidencia el sinsentido que implica abordar problemas que afectan al conjunto de la eurozona desde la rivalidad norte-sur. Toda la Unión Monetaria afronta un serio riesgo que debe abordarse sin dobles raseros.

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