
Las bolsas de EEUU y Europa tuvieron un inicio de semana aciago tras conocerse que China, en pleno resurgir de la guerra comercial con EEUU, permitió que su tipo de cambio respecto al dólar se debilite hasta superar los siete yuanes por cada billete verde. Es un hito histórico, ya que ese nivel no se alcanzaba desde 2008, pero puede sorprender que tenga tan hondas implicaciones, considerando que la debilidad de la divisa china no es nueva.
Al contrario, cada vez resultaba más difícil a Pekín mantener una equivalencia estable por la apreciación del dólar y por las incertidumbres en la economía global debidas a la propia guerra comercial. En consecuencia, la ruptura de la barrera de los siete yuanes por dólar estaba ya muy cercana. El problema estriba en que la confirmación vuelve a despertar miedos a una depreciación sin suelo cercano como los que se levantaron hace exactamente cuatro años. Entonces, como ahora, existe el mismo peligro de que se ahonde una fuga de capitales que sorprendería a China en un momento difícil, ahora que vuelve a pugnar por mantener el avance de su PIB por encima del 6,5 por ciento. Sostener el yuan no será una tarea fácil considerando la apreciación que aún muestra el dólar (pese a la bajada de tipos que la Fed impulsó en julio) y, sobre todo, teniendo en cuenta que el presidente Trump no va a aflojar la presión en la guerra comercial, pese al riesgo de que las bolsas rompan soportes críticos. Su respuesta a la devaluación que Pekín anunció fue acusar a China de "robar" a EEUU. Ese tono de firmeza le brinda popularidad ante las elecciones de 2021 y, por ello, es muy improbable que en su pugna con China llegue a ningún acuerdo de calado antes de esa fecha.