
Define la Real Academia el término refundición como la "obra que ha sido refundida para mejorarla, perfeccionarla o con otros fines". Y no fue por casualidad que Pablo Casado utiliza este vocablo para definir la Junta Directiva Nacional del PP en la que el líder popular dio un golpe de mano interno para sustituir la refundación que él mismo defendió en el Congreso de hace un año por esa refundición que más allá de la perfección y la mejora va encaminada hacia esos "otros fines" de los que habla la RAE.
Siguiendo los ejemplos de sus homólogos Sánchez y Rivera, lo que ha hecho Casado es una bunkerización en el sentido más literal de la palabra, rodeándose de una guardia pretoriana que le garantice el liderazgo acallando al mismo tiempo las voces críticas o los sectores desafectos. Un giro radical para el que, como apuntaba un destacado dirigente del partido tras la Junta, "no ha tenido reparos en vulnerar el Congreso y alterar las ecuaciones políticas que le encumbraron a la presidencia".
Si entonces laminó a los sorayos de cualquier representación en los órganos de dirección y en las instituciones, ahora lo hace con los cospedales, culminando así la estrategia aprendida de su mentor, el expresidente Aznar, y que en aquél entonces su debilidad y la división interna le impedían consumar. "Favor pagado, favor olvidado", que resumía el citado dirigente.
Y lo hace con la aquiescencia, al menos aparente, de los barones más críticos como Feijóo, Moreno o Alonso, que excusaron su asistencia y con el escaso entusiasmo de muchos de quienes allí estaban que ni aplaudieron las portavocías de Cayetana Álvarez de Toledo y Javier Maroto para el Congreso y el Senado, ni parecían muy convencidos con el mensaje de su presidente, "vacío de contenido político, refutando a los defensores de un acuerdo con Sánchez y argumentando la realidad de unas nuevas elecciones, que ahora mismo es el principal objetivo de los casadistas
Comicios que, si finalmente se repiten, van a suponer una importante renovación de caras y de nombres en las candidaturas del PP. "Quiénes crean que van a seguir en las listas de unas nuevas elecciones generales se engañan a sí mismos", se apuntaba al término del cónclave mientras los más veteranos recordaban con nostalgia que "Rajoy no permitió modificar las listas entre 2015 y 2016". ¿Cuestión de talante?: sí, pero también reconocimiento de los errores cometidos con las candidaturas de abril que llevaron a los populares al mayor desastre de su historia.
Y hablando de elecciones, coincidiendo con el cónclave de los populares el fabulista Tezanos volvía a alucinarnos con una nueva encuesta a mayor gloria del caudillo Sánchez, cuyos resultados de ser creíbles, que ya dice el propio CIS que no, nos llevarían a concluir que o España está perdiendo el juicio o es Tezanos el que quiere hacer perder el juicio a España, y con nuestro dinero. ¡Tal cual!
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