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Mutación 'millennial', el cambio de los 'indignados' hacia una resignación satisfecha

  • Funcas ha realizado un estudio con 3.000 personas nacidas entre 1985 y 1999
  • El 82% de los encuestados está satisfecho con su actual puesto de trabajo
  • La brecha de género queda patente en el reparto de los tipos de contrato
Participantes del movimiento 15M en la Puerta del Sol de Madrid, foco de su nacimiento. Imagen:EFE.

La indignación y el estallido protagonizado por la generación millenial al calor de la crisis económica se ha transformado, más de ocho años después, en una suerte de satisfacción resignada. Estos son los sorprendentes resultados de una encuesta publicada por Funcas, en la que el perfil 'indignado' se emborrona frente a un grupo satisfecho en su vida precaria y convencido, pese a todo, de que vive mejor de lo que lo hicieron sus padres.

Han pasado ya ocho años y medio desde el nacimiento espontáneo de la protesta pacífica del 15-M, un movimiento marcado principalmente por el sentimiento de indignación de una generación a la que le habían prometido todo y que se vio abocada a la precariedad más absoluta e inesperada. Los llamados millennials, nacidos entre los primeros años de los 80 y la primera mitad de los 90 según la mayoría de demógrafos, se erigieron como protagonistas de un tiempo de reivindicaciones y exigencias de una democracia más representativa en plena crisis económica.

En la recta final de 2019, los 'indignados' ya no lo son tanto. Una encuesta realizada por Funcas entre septiembre y octubre con 3.000 personas pertenecientes a esta generación muestra, para sorpresa de muchos, el retrato de un grupo social más satisfecho de lo que se imaginaba. El estudio llevado a cabo por el think tank vinculado a la asociación bancaria CECA muestra que la indignación ha dado paso a una satisfacción ante circunstancias vitales como el trabajo, la vivienda o el modo de vivir. Esta aparente calma después de años de tormenta puede ser entendida como una resignación tranquila ante la confirmación de que nada -o muy poco- ha cambiado, con un reparto de recursos que continúa siendo desigual y una precariedad enraizada en el escenario postcrisis.

Los que aún no están empleados expresan un notable optimismo: más de la mitad cree que encontrará un trabajo acorde a su formación en los próximos seis meses

Así, el 82% de los participantes en el estudio se han reconocido satisfechos con su actual puesto de trabajo. Los millennials valoran el entorno laboral por encima del salario, los horarios o el interés de las tareas propias de esa ocupación.

En esta generación, un 68% se encuentra trabajando -de ellos, un 13% compagina el desempeño profesional con los estudios-, y los que aún no están empleados expresan un notable optimismo: más de la mitad cree que encontrará un trabajo acorde a su formación en los próximos seis meses. Entre los que aún están estudiando, este optimismo se reproduce aunque en los hombres, en mayor medida. El 60% de ellos está convencido de que tendrá un trabajo adecuado seis meses después de finalizar su formación académica. Entre ellas, solo contempla esta opción un 49%.

La brecha de género aparece de un modo especialmente vistoso en los datos sobre los tipos de contrato, lo que demuestra que a ellas siempre les toca un trozo más grande del pastel de la precariedad. Los puestos de jornada completa son desempeñados mayoritariamente por los hombres, un 78% frente al 63% de las mujeres. En el caso de los trabajos temporales, ellas ganan por goleada: un 45% de este tipo de contratos lo firman las millennials frente al 38% de sus compañeros de generación. En cuanto a los contratos indefinidos, existe una diferencia de 7 puntos porcentuales a favor de ellos -60% frente a 53%-.

La encuesta rompe algún estereotipo de género: ellas dan más importancia que ellos a lograr un buen puesto de trabajo como principal objetivo vital

La encuesta también echa por tierra algunos estereotipos de género. Para esta generación, lo más importante en la vida es lograr un buen puesto de trabajo. Ellas le dan más valor que sus compañeros masculinos: así lo expresa el 69% de las encuestadas frente al 63% de ellos. Tener pareja estable sólo lo considera un objetivo esencial el 17% de las mujeres millennials -al 24% de ellos les importa más- y en el desarrollo de una familia no queda patente una diferencia relevante entre géneros: un 36% de ellas lo priorizan, al igual que un 31% de ellos.

La convivencia en los antiguos 'indignados' gira en torno a la vida junto a los padres en el domicilio familiar (un 43%) o con la pareja, en el caso de la franja que supera los 30 años (el 41%). Sólo un 8% vive solo y la misma proporción lo hace en un piso compartido. A pesar de que la mayoría de encuestados realiza la vida en la vivienda familiar, un 92% admite que se encuentra a gusto con las personas con las que convive, lo que emerge como un potente signo de satisfacción.

Un joven que vive en el domicilio familiar. Imagen: Dreamstime.

Sólo el 18% habita en casas de su propiedad, y casi el 60% admite que no tiene planes de adquirir una vivienda en los próximos cinco años. A un 66% le gustaría tener hijos, pero el 77% considera fundamental contar con ingresos regulares y suficientes para fundar una familia. El 70% explica que las malas condiciones económicas es el motivo de la baja tasa de natalidad en esta generación.

Quizá la mayor prueba de satisfacción vital en el grupo que ha cumplido entre 25 y 39 años sea su respuesta a la pregunta de si vive mejor que sus padres. Un 59% asegura que sí, mientras que sólo un 41% expresó que la precariedad del empleo ha complicado su vida por encima de la que disfrutaron sus progenitores. Los resultados de este estudio parecen respaldar que la indignación, al igual que las ideas, también se enfrían con la edad.

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