
El 11 de agosto de 2025 quedará marcado como un día simbólico en la historia reciente de la automoción. Mientras en Estados Unidos Ford anunciaba una revolución en su manera de fabricar coches eléctricos, en China Geely celebraba el lanzamiento de once satélites más en su propia constelación orbital ¡para mejorar el automóvil! Dos anuncios, dos visiones y el mismo telón de fondo: la guerra soterrada por dominar la nueva era de la movilidad.
Desde principios de agosto, Ford caldeaba el ambiente, adelantando que mostraría un "gran avance en el vehículo eléctrico". Necesitaban dar con algo trascendente, encontrar un avance tan sustancial como lo fue el Ford T hace casi 120 años; algo que permitiera producir coches eléctricos deseables… y asequibles. Y lo han preparado de nuevo, casi en secreto, a espaldas de la gigantesca organización, igual que el Ford T.

Si Henry Ford pasó a la historia no fue por las cualidades de sus coches. Estandarizando, produciendo piezas tan idénticas como para no necesitar ajustes posteriores con mano de obra especializada, fabricando subconjuntos para su montaje directo en el coche, logró abaratar tanto el automóvil que los obreros pudieron permitirse uno para sus familias. Sus fábricas tenían los obreros que más ganaban, no por el esfuerzo, sino por la presión de la velocidad de la cadena de montaje móvil: más coches llegaban a su puesto, más baratos saldrían.
Con Ford se abandonó la tracción animal
El coche de Ford supuso el tránsito definitivo del coche de caballos al coche con motor de combustión. En la actualidad, con todos los fabricantes de automóviles en crisis bajo la amenaza china (a la vez exportadora y rechazando las marcas tradicionales occidentales), Ford se sentía la elegida. Históricamente, Ford debía inventar ese "algo" que abaratara y permitiera dar el salto de la combustión al coche eléctrico para todos.
Es lo que presentaron en 11 de agosto Jim Farley, CEO de Ford y ese pequeño grupo de "locos científicos" a los que había dado alas para hacer lo que fuera, que pudiera revolucionar la industria: la han llamado Plataforma Universal EV.

Ni se inventa de la noche a la mañana, ni viene de un sueño lúcido; necesita un trabajo ingente y de los mejores. Comenzaron hace tres años, con la idea básica, del loco principal, Doug Field, quien dirigió el desarrollo del Tesla Model 3 y anteriormente había estado a cargo del proyecto del coche de Apple: en EE.UU. se valora la experiencia de quien se equivoca y más aún si acierta de pleno a la siguiente ocasión.
De nuevo, la épica del "creado en un garaje"
Field, responsable de coche eléctrico, digital y diseño desarrolló en secreto el proyecto con un grupo reducido. No se podía respetar la organización tradicional de I+D, reglamentada y metódica. No había tiempo. Hacía falta una sucesión de ideas geniales para resolver todos los problemas que iban surgiendo. Como segundo del equipo, Field se trajo a su mano derecha en el Tesla Model 3, que también trabajo en el Cybertruck. A medida que se necesitaban, fueron rodeándose los mejores genios en cada materia, especialmente de ingeniería.

Soluciones, no un bonito proyecto, el CEO Jim Fairley pedía soluciones. Era el gigante de la automoción empleando tácticas de guerrilla. Farley lo sintetizó mucho mejor ante los medios, comparándolo con el Apolo 13 (cabe entender el mismo ambiente de tensión creativa, un "o damos con ello, o el desastre"), buscando "cómo ahorrar vatio a vatio en el sistema de propulsión para necesitar una batería más pequeña y más económica que BYD". Este es el "coco" del sector automóvil actualmente, con 200.000 ingenieros trabajando únicamente en el sistema de propulsión, el corazón (y el dinero) de un coche eléctrico.
La marca china Geely, en otra galaxia
Si no fuera porque se trata de una confrontación abierta, una guerra tecnológica y comercial, podría parecer una casualidad que ese mismo día 11 otro grande del automóvil chino, Geely (propietario de Volvo, Polestar, Lotus, Lynk&Co, Proton, y una parte importante de acciones de Mercedes), hiciera un anuncio a la prensa. Y que también tuviera connotaciones espaciales. Acababan de lanzar su cuarto cohete cargado con 11 satélites de comunicaciones, el primero desde el mar, para integrarse a la Constelación de Movilidad Futura de Geely.

El objetivo es crear su propia red de comunicaciones de internet de las cosas, fundamentalmente para apoyar futuras funcionalidades del coche inteligente. Con estos serán 41 los satélites en órbita y esperan llegar a 72 antes de final de año.

Satélites de Geely instalados en el cohete encargado de ponerlos en órbita, con el objetivo de mejorar su "internet de las cosas"
Durante los Juegos Mundiales de Chengdu de agosto, estos satélites han posibilitado comunicaciones entre los vehículos oficiales, así como una geolocalización de altísima precisión. Esto último debería servir para los sistemas de conducción automatizada y apoyar a los ADAS, los asistentes de seguridad en la conducción.
Hay una frase en inglés para señalar cuando una tarea no es inalcanzable, "it is not rocket science" (que vendría a ser "no es ingeniería espacial"). Por eso, la vía de Geely de lanzar cohetes para mejorar los coches, resulta sustantiva, un "esto sí es ciencia aeroespacial"). Un simbólico golpe en la mesa, tan coincidente en el tiempo, para luego señalar con falsa humildad que "se trata de otro pequeño paso para liderar el ecosistema tecnológico de movilidad verde e inteligente". Mensaje claro a los fabricantes occidentales de que, mientras que siguen con la partida de ajedrez, China ya ha llevado el juego a su tablero, el Go.
