
Muchos son los conductores que, a diario, hacen uso de los peajes. La masificación de las grandes ciudades provoca situaciones de tráfico denso con bastante frecuencia, por lo que los usuarios optan por utilizar este método.
En los peajes actuales, los conductores efectúan una parada frente a las barreras, las cuales no se abren hasta que no se haga efectivo el pago, pudiéndose abonar a través del telepeaje, de dinero en efectivo y de tarjeta de crédito o débito.
Aquellos conductores que tengan como norma abonar el peaje haciendo uso del móvil, deben saber que esta acción está siendo sancionada por la DGT con una cuantiosa multa económica.
Así son los peajes free flow
A diferencia de los peajes tradicionales, el peaje free flow es un sistema de cobro electrónico, por lo que permite el tránsito sin necesidad de detenerse. Esto no sólo ayuda a agilizar la circulación en autopistas, sino que también reduce las emisiones contaminantes.
Estos peajes free flow eliminan las barreras tradicionales y registra de manera automática el paso de los vehículos a través de los siguientes elementos:
- Sensores electrónicos: se encargan de detectar los dispositivos de telepeaje como Abiatu o VIA-T, facilitando el pago automático.
- Cámaras de alta resolución: percibe la matrícula de los vehículos que circulan por estas autopistas de peaje.
- Registro online: los conductores que no dispongan de telepeaje pueden asociar su matrícula a una tarjeta bancaria, para pagar así automáticamente.
Además del registro online o el pago vía telepeaje, existen otros dos posibles métodos de pago. El primero de ellos es a través del pago manual posterior, abonando la cuantía en un plazo determinado tras el paso por el peaje.

Por su parte, el segundo es mediante unos bonos prepagados, muy útiles para aquellos conductores que viajan con frecuencia por rutas específicas, como por ejemplo Portugal.
En España, el peaje free flow ya existe. La autopista A-636 en el País Vasco ha sido el primer peaje en implementar este tipo de tecnología. No obstante, su uso ya se ha extendido por otros países, como por ejemplo, Portugal o Francia.
En el caso de que un conductor no realice el pago dentro del plazo establecido, este deberá hacer frente a sanciones económicas de entre 100 y 200 euros, incrementables en caso de reincidencia.
Asimismo, y en caso de que sea necesario, el conductor infractor deberá hacer frente a los gastos administrativos, asociados a la gestión de cobros pendientes, y a posibles restricciones legales en caso de que se acumulen varios impagos en diferentes países.
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