
La automovilística Volkswagen y el sindicato IG Metall han alcanzado un principio de acuerdo en Alemania, que contemplaría la venta, cambio de producción o posible clausura de dos de sus diez fábricas en el país con el objetivo de ahorrar unos 4.000 millones. La firma, que cuenta con unos 120.000 trabajadores en Alemania y diez plantas ubicadas en Wolfsburgo, Emden, Osnabrück, Hannover, Zwickau, Dresde, Kassel, Salzgitter, Braunschweig y Chemnitz, salva así una bola de partido fundamental.
Compañía y trabajadores pueden haber pactado, según ha publicado el medio económico Handelsblatt, la venta de su planta de Osnabrück y el cambio en la producción o cierre de la fábrica más pequeña de Dresde. Además, este acuerdo, que no es definitivo, permitiría alcanzar el objetivo de ahorro anunciado por la compañía, de 4.000 millones, y supondría reducir las pretensiones de la automovilística, que en un primer momento había planteado el cierre de, al menos, tres de sus diez fábricas en el país, según denunció el comité de empresa.
Volkswagen y los trabajadores llevan negociando desde el pasado septiembre el convenio colectivo y un plan de recortes en Alemania, en un contexto de desplome de sus ventas en China y una transformación hacia la movilidad eléctrica más lenta de lo esperado. En este contexto, su acercamiento de posturas se intensificó esta semana, con el inicio de la quinta ronda de negociaciones el lunes, la cual se ha alargado hasta este mismo viernes, con sesiones hasta altas horas de la madrugada y el objetivo de llegar a un acuerdo antes de Navidad.Así las cosas, tanto el comité de empresa como el Consejo de Administración tendrán que dar ahora el visto bueno a este principio de acuerdo, por lo que "todavía puede fracasar".
El caso de Volkswagen refleja la compleja situación en la que se encuentra la industria automotriz europea. . La inesperada ralentización de la adopción de los coches eléctricos, unida al auge de los baratos vehículos electrificados fabricados por firmas chinas, está presionando sobremanera a la industria automotriz del Viejo Continente. Así, Stellantis, cuyo director ejecutivo abandonó el cargo recientemente, comunicó en junio sus planes para clausurar las fábricas en Luton y Ellesmere Port, ubicadas en Reino Unido, debido a la inesperada lentitud de la demanda de eléctricos. La matriz de Citroën y Fiat alertó que si el gobierno británico no aplicaba estímulos a la compra de los vehículos electrificados, cerraría sus instalaciones en ambas ciudades.
Por su parte, Renault paró en marzo la producción en la fábrica de Flins-sur-Seine, tras 72 años de actividad, iniciando una reconversión hacia la "economía circular", según afirmó la propia empresa. El fin de la fabricación de vehículos de la firma en dicha fábrica coincidió con el aviso de fallos en la fabricación de los modelos eléctricos Zoé y Megane IV. Casualidad o no, lo cierto es que las ventas de coches eléctricos bajaron un 17% en los primeros seis meses del año.