
La movilidad eléctrica en España avanza con paso de elefante. Los incentivos para impulsar la adopción de los coches eléctricos no han surtido el efecto deseado. Todo ello debido al importante retraso a la hora de cobrar las ayudas. Un tiempo que se sitúa de media entre el año y medio y los dos años.
De hecho, cuando los usuarios cobren estos incentivos tendrán que declarar estos incentivos en la campaña de la Renta, así como la deducción en el IRPF del 15% por la compra de eléctricos o instalación de puntos de carga entre el 30 de junio y el 31 de diciembre de 2023.
Al cierre de 2023, España contaba con un total de 29.301 puntos de recarga de acceso público. Ahora bien, más de una quinta parte de ellos no está operativo, bien por no tener acceso a la red de distribución o por estar averiados. Además, el 77% de estos puntos de recarga tienen potencias de hasta 22 kW, es decir, de baja potencia que implica unos tiempos de recarga mínimos de tres horas. El problema se agrava si se tiene en cuenta que el despliegue de puntos de recarga con potencias superiores a los 150 kW lo llevan a cabo, principalmente, los fabricantes de vehículos. Concretamente, el 85% de los postes de acceso público con una potencia superior a los 250 kW responde a proyectos de fabricantes de automóviles. Así, tan solo el 5,2% de los puntos de recarga de acceso público son de alta potencia, es decir, 1.525 postes al cierre de 2023. Pero la situación se agrava si se tiene en cuenta la falta de infraestructura de recarga rápida para los vehículos industriales. Estos modelos necesitan áreas específicas de carga, tanto en superficie como en potencia. En cuanto al parque electrificado, el año pasado se matricularon en España un total de 125.681 vehículos electrificados, un 48,4% más en comparación con el ejercicio anterior.

Los operadores de recarga sufren los mismos problemas que los clientes: la burocracia. La instalación de un punto de recarga, hasta que este esté completamente operativo, conlleva más de un año y medio de espera. Una situación que complica la rápida transformación del parque automovilístico hacia el vehículo eléctrico. Sigamos con los datos. La utilización media de estos puntos de recarga a lo largo del año pasado se situó en el 6,3%, algo más de 2 puntos porcentuales por encima en comparación con 2022. Desde diversos sectores se asegura que la infraestructura actual es suficiente, pero la realidad es bien distinta si se tiene en cuenta que España se encuentra a la cola de Europa en electrificación.
Las colas de Tesla
Lo vivido en la Operación Retorno de Semana Santa en los cargadores que Tesla tiene en Atalaya del Cañavate (Cuenca) se explica por diversas razones. En un primer momento, algunos usuarios reportaron que algún cargador no estaba operativo. Pero también hay que destacar que en esa zona de Cuenca la potencia eléctrica no llega al máximo. Así las cosas, si los supercargadores de Tesla en esta área, en el que hay disponibles 10 puntos de recarga, tienen una capacidad de 150 kW, esta potencia pico nunca llega a alcanzarse. Si a eso se suma la ansiedad de rango -es decir, querer tener el coche con la batería completamente cargada antes de que esta se haya descargado- que sufren algunos conductores, esto da como resultado la situación vivida durante el pasado fin de semana. La compañía norteamericana tiene en España un total de 68 supercargadores, con un total de 627 puntos de recarga. De estos puntos, el 90% de ellos están abiertos a que vehículos eléctricos de otras marcas puedan beneficiarse de la carga rápida de Tesla, es decir, aquellos que sean compatibles con carga CCS.
La transformación de la movilidad eléctrica afecta de lleno a dos sectores: la automoción y el energético. Ninguno de los dos se ha mostrado contrario a la electrificación de la movilidad, pero los ritmos de desarrollo no son los mismos. En el caso de la automoción, la industria se encuentra regulada a la hora de desarrollar e incluso comercializar vehículos de bajas emisiones con el fin de evitar multas por parte de las autoridades comunitarias. En el caso de las energéticas, también regulada, el despliegue de puntos de recarga se hace de una forma lenta —problema que ha de solventar la Administración— y la mayoría de puntos que se instalan son de baja potencia. Además, hay que tener en cuenta que el precio de estos modelos queda reservado, hasta la fecha, a los bolsillos más acaudalados.
Lo cierto es que España, segundo productor europeo de vehículos y octavo del mundo, es uno de los mercados que más atrasado se está quedando en la movilidad eléctrica. El mercado español siempre se ha caracterizado por ir a precio y la adopción de distintas tecnologías causa recelo por parte del usuario, más si se tienen en cuenta estas vicisitudes. Al cierre del primer trimestre del año —últimos datos disponibles— los vehículos electrificados en España eran el 12% del total. La media europea se sitúa en el 22,3%, mientras que países vecinos como Portugal o Francia tienen cuotas de mercado del 31,8% y del 26%, respectivamente.