
Solo la evolución permite sobrevivir. Mientras van desapareciendo los coupé de dos puertas, Nissan lanza en Japón (pero solo allí), la que puede ser última remodelación de Godzilla, como se conocía al superdeportivo GT-R…
El cataclismo que se llevó por delante los dinosaurios pudo haber sido un meteorito. El que se llevará por delante muchos conceptos de automóviles que hemos conocido se llama cambio climático. Desde que nació en 2007, al Nissan GT-R ya se le conoció como Godzilla, ese colosal dinosaurio de película que luchaba con King-Kong por conquistar la cúspide del mundo… En el caso del GT-R, el zénit de los deportivos. Y ya entonces se lo consideraba casi grotesco, fuera de lo común, por su aspecto, y por su carácter depredador. Puro músculo, con un motor de solo seis cilindros, pero con doble turbo, conseguía 480 caballos. Sabía pasarlos al suelo con eficacia, con su tracción total y caja de cambios de doble embrague, pero se dejaba explotar y ser una caja de sensaciones. No disimulaba ruidos o vibraciones, era una bestia, con aspecto exterior de serlo, y un precio que, para lo que ofrecía resultaba "económico" en comparación con sus rivales.

En realidad, el GT-R viene de una estirpe de coupés de dos puertas, con 2+2 plazas, que arrancó en 1966. En la página comercial de Nissan en Japón (y en japonés), se puede escuchar el sonido de cada uno de la saga GT-R.

En España, no se dio a conocer entre el público hasta principios de los 90. No se comercializaba aún, pero el expiloto de Fórmula 1 Luis Pérez Sala arrasó con un GT-R en las carreras de circuito españolas.

Protagonista en Fast and Furious, la película
La generación conocida como R34 se haría famosa por películas como Fast and Furious, pero solo llegó a España la siguiente, el R35 GT-R, en 2008. Era un coche grande y pesado, cuando 1.700 kilos era ser pesado. Seis operaciones de maquillaje, reajuste, restyling, o como quiera llamarse, han conseguido que el coloso llegue hasta 2024 y en Japón vean su última iteración. Que quizá sí sea la última de verdad.
El GT-R 2025 es el epítome de su existencia. Los motores se montan a mano, pero se han mecanizado el cigüeñal, bielas y segmentación de los pistones con especial precisión, eligiendo los de pesos iguales para un equilibrado máximo, como se haría en competición. Presumen de mejorar la subida de vueltas del motor y de los turbocompresores. El motor lleva una placa con la firma del artesano que lo ha ensamblado.

A pesar de semejante mimo, sigue siendo una bestia "económica", desde 90.000 euros al cambio, 100.000 más en la versión más especial y orientada al circuito, la Nismo Special Edition. Algún ejemplar salió de Japón recientemente, con el volante a la derecha, pero parece difícil que esta última entrega escape de manos de coleccionistas japoneses ("algunas peticiones podrían no ser aceptadas", puntualizan en su web).

El GT-R 2025 continúa con su configuración de motor V6 3.8 y con sus solo seis marchas, aunque la potencia del motor llega a 570 caballos, con un par máximo de 637 Nm. Su era se agota. En el camino han ido desapareciendo otros coupés (piensa en el Audi R8 o el Audi TT), como si en la evolución solo habrá sitio para superdeportivos producidos por vacas sagradas con nombres italianos. Y un hueco para Porsche, que en informe anual de resultados ha vuelto a hablar del Boxster puramente eléctrico y versiones híbridas de su imperecedero 911.

Cuando encuentren el ADN de Godzila en una pieza de ámbar (de fibra de carbono, sería más propio), y lo vuelvan a la vida (un hipotético R36 GT-R) quizá se parezca al concepto Hyper Force que Nissan presentó en el Japan Mobility Show de 2023. Por supuesto, eléctrico. Y quién sabe si con los 1.000 kW (1.360 CV) con que se presentó el Hyper Force.