
La jura de la Constitución por parte de la Princesa Leonor de Borbón ha sido una gran ceremonia de estado en la que dos impresionantes Rolls Royce Phantom IV han sido protagonistas.
La mayoría de edad de la princesa Leonor de Borbón se ha celebrado con una ceremonia de Estado en la que la futura Reina de España ha jurado la Constitución al cumplir los 18 años. Un evento histórico que marca el futuro de la monarquía española y en el que uno de los protagonistas ha sido un impresionante automóvil, un Rolls Royce Phantom IV de 1952. En realidad han sido dos las unidades de este vehículo que han formado parte del séquito en el que la princesa de España se ha desplazado desde su residencia habitual, en el palacio de la Zarzuela, hasta el Congreso de los Diputados.
Este Rolls Royce Phantom IV es un coche pensado solo para reyes, por sus dimensiones, su elegancia o su gran exclusividad. Es un coche que a lo largo de los tres años que estuvo en producción solo se construyeron 18 unidades. La primera de todas ellas, como no podía ser de otra forma, fue para la casa real británica, para la Reina Isabel II. El coche se entregó el 6 de julio de 1950 y ahí comenzó la historia de un coche realmente legendario.

Una impresionante carrocería de casi 6 m de longitud, Más de 3,5 m de distancia entre ejes o un motor de ocho cilindros y hasta 6,5 litros de cilindrada en las últimas tres unidades fabricadas. Pero sin duda la clave de este modelo son sus dimensiones porque no solo es longitud, de seis metros, sino su gran altura. Eso permite un amplísimo interior que puede estar configurado como cinco o siete plazas.
Desde su creación, a principios de los años 50, el coche iba destinado a las grandes casas reales y sus principales destinatarios, además de la Reina de Inglaterra, fueron el Sha de Persia, el emir de Kuwait, el príncipe Henry, duque de Gloucester o la duquesa de Kent. Además, Franco adquirió tres unidades de este vehículo que hoy en día siguen perteneciendo al Estado español, a través de Patrimonio Nacional.
Estas tres unidades llegaron a España muy próximas en el tiempo ya que una se entregó en marzo y las otras dos en junio y julio de 1952. Cada uno de los tres vehículos adquiridos por el Estado Español tenían carrocerías diferentes.

El que se entregó primero de todos ellos fue una versión Cabriolet y posteriormente llegaron una variante de cinco plazas y otra de siete plazas, aunque todas ellas partían de la misma carrocería original. Cada una de todas ellas eran preparaciones únicas realizadas por Mulliner,el departamento especializado en la terminación de los coches hechos a mano y personalizados de Rolls Royce, que fue el encargado de poner el sello final a este vehículo.
Desde entonces los coches se han mantenido en Patrimonio Nacional como vehículos con un gran bagaje histórico que han sido empleados en los eventos más importantes de la historia de España. Además, son vehículos con un incalculable valor económico, porque salvo el que mantiene en propiedad el Rey Carlos III de Inglaterra, la mayor parte forman parte de las colecciones de museos del automóvil repartidos por el mundo.
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