
El interés que se exige a la deuda española de referencia se precipitó este vierenes hacia su mínimo histórico como consecuencia de un mercado en el que ya nadie conoce a nadie. La rentabilidad del bono a 10 años perforó el 0,88%, un nivel que se había alcanzado el pasado 30 de septiembre de 2016, en plena resaca del referéndum del Brexit, justo antes de la victoria de Donald Trump en las elecciones presidenciales Estados Unidos y, sobre todo, ante el apogeo de la política de estímulos del Banco Central Europeo (BCE).
Hoy, la desaceleración del crecimiento económico global propia de la recta final del ciclo, la imprevisibilidad del propio Trump como personaje principal de una guerra comercial que amenaza con precipitar al mundo a una recesión o el último desafío de Italia a la Unión Europea (UE) y la cronifiación del Brexit, en un plano más doméstico, están llevando a los inversores a entonar, una vez más, "el que viene el lobo", según explica Enrique Lluva, responsable de renta fija de Imantia Capital, buscando refugio en un yermo paraje de deuda soberana de la zona euro en el que, ante las exiguas rentabilidades que ofrecen economías fiables como Francia o el 0,1% que hay que asumir para invertir en el robusto Bund alemán, el papel de España surge como una de las opciones más razonables.
Este forzado atractivo por los años de políticas monetarias expansivas del BCE a las que nadie se atreve ya a poner un punto final, encuentra relevancia en la comparación con Italia, cuya tripulación al mando, el Gobierno que reúne a los dos polos euroescépticos del país –la ultraderecha de La Liga Norte y el populismo del Movimiento 5 Estrellas– se ha convertido en el mayor dolor de cabeza del establishment de la UE. "Frente al rebelde Matteo Salvini -primer ministro italiano-, el disciplinado y amable Pedro Sánchez (PSOE)", resume, con socarronería, el gestor de Imantia Capital, quien destaca que "la aritmética parlamentaria tras las elecciones del 28 de abril apunta a un gobierno estable, de 4 años, con un partido europeísta convencido, de los que hay pocos en la UE".
El mercado no espera que el BCE suba los tipos hasta 2020 y no descarta más estímulos
Pero España no es solo una alternativa que "ofrece menos riesgo político que Italia y una rentabilidad aceptable respecto a Alemania o Francia", según incide Juan Fernando Robles, profesor de Finanzas y Banca, también es una economía que presenta "mejores datos macroeconómicos que gran parte de los países europeos core y semi core y tiene mejores expectativas en el corto y en el medio plazo", observa Miquel Soca, jefe de renta fija de Morabanc.

'Brecha' con Italia
Este contexto ha favorecido que el diferencial entre la deuda de Italia y España haya escalado durante los últimos días hasta máximos de diciembre de 2018 –concretamente a alrededor de 180 puntos básicos– cuando la Comisión Europea valoraba abrir un proceso por déficit excesivo a la tercera economía del club comunitario. O que la brecha entre el papel español y el francés sea de menos de 40 puntos básicos si se toma como referencia los bonos a 5 años, "a pesar de que nuestro país tiene un problema serio de endeudamiento o un déficit estructural que no se ha resuelto", advierte Enrique Lluva.
El camino del interés de la deuda de España a mínimos históricos fue recorrido previamente por la portuguesa, respondiendo a la misma lógica de un mercado que desconfía de cualquier incertidumbre, sea más grande o más pequeña, y en un contexto en el que el propio BCE ha reiterado que la eurozona aún está expuesta a riesgos "de corte bajista", con su presidente, Mario Draghi, "mostrándose abierto inclusive a la posibilidad de implementar medidas adicionales de estímulo en caso de que fuese necesario", recuerda Kevin Flanagan, estratega de renta fija de WisdomTree, quien añade que, "desde una perspectiva económica, no hay nada en el horizonte que sugiera la necesidad de una subida de los tipos de interés, ya que la inflación continúa sin alcanzar la marca objetivo y los recientes resultados del índice PMI han continuado situándose apenas por encima del límite de contracción/expansión de los 50 puntos".
Sería injusto pensar que era la intención del italiano Mario Draghi, pero cerca de un año después de la mención del verano de 2019 por parte del presidente de la institución monetaria, los pronósticos se han retrasado todo un ejercicio, y los expertos ya no contemplan una subida de tipos, al menos, hasta junio de 2020.