
Hasta que Estados Unidos y China reanudasen sus tensiones arancelarias la semana pasada, la bolsa americana experimentaba un vibrante arranque de año, con el S&P 500 acumulando una rentabilidad de más del 15%. Sin embargo, según datos de Goldman Sachs, los inversores minoristas, extranjeros, fondos mutuos y de pensiones han vendido acciones estadounidenses en lo que llevamos de año.
De hecho, los fondos de renta variable han experimentado salidas de capital por valor de 35.000 millones de dólares en 2019. Los fondos mutuos activos han visto escapar alrededor de 70.000 millones de dólares mientras que la inversión pasiva a través de fondos mutuos y fondos cotizados en bolsa (ETF, por sus siglas en inglés) registró entradas de capital por valor de 35.000 millones de dólares.
En los últimos 15 años, solo se han registrado dos episodios (2009 y 2012) en los que el S&P 500 ha subido más de un 10% durante un periodo de cuatro meses y las salidas de capital de los fondos de renta variable han superado los 20.000 millones de dólares.
Los inversores extranjeros tampoco han mostrado apetito por la rentabilidad de la bolsa americana. En los dos primeros meses de 2019 vendieron alrededor de 42.000 millones de dólares en acciones estadounidenses. De hecho, el mes de febrero se convirtió en el décimo mes consecutivo en que los inversores extranjeros vendieron activos de renta variable de EEUU, el mayor periodo de tiempo en que esto ha sucedido registrado hasta la fecha.
Por su parte, las empresas, a través de recompras de acciones, así como los gestores de activos y fondos sistémicos han sido los grandes compradores de valores de renta variable estadounidense. La compra de acciones propias ha incrementado un 26% en su tasa interanual mientras que los fondos sistémicos han engullido 350.000 millones de dólares en valores de bolsa americana.
Pese a que la recaudación proyectada con el auge de las salidas a bolsa puede igualar o superar a la registrada en 2014, con el estreno de Alibaba, desde Goldman consideran que esto solo compensará parcialmente las recompras de acciones proyectadas para este año, que alcanzarán una cifra bruta de 940.000 millones de dólares en el caso de los componentes del S&P 500.
Salvo que el renovado pulso arancelario entre las dos mayores economías del mundo acabe por instalar el pánico en la renta variable estadounidense, los expertos de Goldman consideran que tanto los inversores minoristas como los extranjeros podrían comenzar a mostrar cierto apetito por las acciones americanas en los próximos meses. Sin embargo se espera que los fondos de pensiones y los fondos mutuos mantengan su inapetencia por estos activos.