
La industria de gestión de activos se encuentra en un punto de inflexión. Después del crecimiento patrimonial experimentado en los últimos años, al calor de la subida de las bolsas mundiales, el año pasado prosiguió el revulsivo de los inversores que, confiando en fondos mixtos o de renta variable, en su búsqueda de obtener más rentabilidad de la que podían conseguir en los activos de renta fija tradicionales.
Pero febrero ha sido una prueba clara del miedo que se ha instalado entre los inversores, al salir 1.000 millones de euros de los fondos españoles de bolsa, según datos de Morningstar, a pesar de la recuperación bursátil de estos primeros meses de 2019. Todo un reto para las gestoras, que deberán navegar en este mar de recelo para ofrecer soluciones a medida del inversor, en medio de la aplicación efectiva de Mifid II, que se terminó de trasponer en España justo antes de que expirara el plazo dado por Bruselas.
El año pasado ya supuso la primera prueba de fuego para el sector. La caída indiscriminada en todas las clases de activos dejó sin refugio a los inversores más conservadores y a aquellos con una estrategia más cortoplacista. Pese a todo, el patrimonio de los fondos de inversión cerró en 257.514 millones de euros, según datos de Inverco, un 2% menos del volumen alcanzado en 2017. Y un porcentaje menor de reducción, si se tienen en cuenta las pérdidas sufridas por las carteras, compensadas no totalmente por las entradas netas de dinero por valor de 8.410 millones, siguiendo la tendencia de años anteriores. La reorientación del negocio de las entidades hacia la gestión discrecional ayudó también a esta rebaja del volumen patrimonial.
De hecho, los fondos globales fueron la categoría con mayor número de suscripciones netas, con 9.079 millones de euros, seguidos de los fondos de renta variable internacional, con 4.597 millones; al tiempo que las categorías más conservadoras como los fondos de gestión pasiva -que incluyen a los de objetivo de rendimiento no garantizado-, los de renta fija a corto plazo y los de renta fija internacional sufrieron reembolsos netos de 2.173 millones de euros, 2.079 millones y 1.120 millones de euros, respectivamente, según los datos de Inverco.
Pero la utilización de la gestión discrecional por parte de las entidades financieras y la falta de alternativas en un entorno de ti-pos de interés cercanos a cero no deja muchas alternativas a los fondos como producto de inversión, lo que se ve reflejado en el número de partícipes, 13,9 millones si se incluyen los accionistas de sicavs, un 6,8% más que en 2017.
En cuanto a las sicavs, se situaron de nuevo en el foco mediático por la propuesta del Gobierno socialista de traspasar su control de la CNMV a la Agencia Tribu-taria, lo que despertó de nuevo el recelo entre la comunidad inversora. Una incertidumbre que se dejó notar en la reducción del número de sociedades: hasta 99 desaparecieron el año pasado, lo que eleva el nú-mero de bajas hasta 638 sicavs en los últimos tres años, un 19% menos que en 2016.
En planes de pensiones, la tónica fue similar, al perder un 3,7% de su volumen patrimonial, hasta situarse en 107.033 millones de euros, con 4.883 millones de aportaciones brutas, de las que 3.586 millones correspondieron al sistema individual.
Salidas netas en planes
Pero después de varios años de aportaciones netas, el año pasado se registraron por primera vez salidas netas de dinero por valor de 202 millones, explicada en parte porque en diciembre del año pasado terminó el plazo para aplicar la reducción del 40% en las prestaciones efectuadas en forma de capital para las aportaciones realizadas con anterioridad a 2006 y para contingencias ocurridas hasta 2010.
Los planes del sistema individual fueron los que más vieron reducidas sus aportaciones netas respecto a años anteriores, hasta los 585 millones de euros, una cifra que supone la mitad sobre otros ejercicios, mientras que los planes de empleo sufrieron salidas netas de dinero por valor de 755 millones de euros.