
La rentabilidad de la deuda española se recuperó en la recta final de la semana hasta el 1,2% y anticipa un suelo en el 1,13% que tocó el martes.
"Que la rentabilidad del bono español haya bajado tanto cuando a dos meses vista hay elecciones tiene riesgo", apuntaba a mitad de semana Jacobo Blanquer, consejero delegado de Tressis Gestión, quien, como la mayoría de expertos y gestores, reconoce que un recorte del interés que el mercado exige a la deuda del país y del resto de la eurozona no entraba entre los pronósticos de 2019.
Ahora, nadie descarta que el Bund -la referencia alemana a 10 años- regrese a negativo, tras caer por debajo del 0,09% el 8 de febrero, "pero solo ocurrirá si la locomotora de Europa entra en recesión", incide Blanquer, quien añade que "si los datos macro mejoran podemos hablar ya de un suelo".
Una de las últimas cifra sobre expectativas económicas conocida no sirvió para apoyar este enfoque: la encuesta PMI de febrero apuntó a una contracción de la actividad manufacturera de España por primera vez desde 2013. El mercado se mantiene así ajeno al ruido político y, pese a las ventas vistas a corto plazo, la fuerte demanda de deuda de los últimos meses refleja un contexto de desaceleración global en el que el BCE se ha mostrado dispuesto a poner de su parte para no agravar la debilidad. "Los bonos han seguido siendo atractivos porque se ha constatado que no hay ningún interés en normalizar la política monetaria por la incertidumbre sobre el Brexit o la guerra comercial, lo que obliga a buscar refugio", considera Javier Santacruz, jefe de investigación de Civismo.
Esta situación llevó a la prima de riesgo de España -el diferencial entre la rentabilidad del bono respecto respecto a la del Alemania- a perder los 100 puntos básicos el jueves, dejándola en mínimos de octubre del año pasado, ante la mayor recuperación del Bund que del papel español, al estar éste respaldo por un crecimiento "más fuerte y saludable", según coinciden los expertos.