
La preocupación sobre el impacto de la gestión pasiva, que se basa en productos cotizados que replican el comportamiento de los índices de los distintos mercados, en la volatilidad y el comportamiento de los mismos sigue in crescendo. Lo evidencian datos como los recabados por la última encuesta de Natixis, de la que se extrae que el 60% de los inversores institucionales admite que este modelo de gestión incrementa "el riesgo sistémico".
Del mismo sondeo del banco de inversión francés, realizado a 500 gestores -de distintos tipos de fondos, desde soberanos hasta de aseguradoras privadas, de todo el mundo- destaca que el 62,5% de ellos considera que las captaciones de capital de "las estrategias pasivas han reducido artificialmente la volatilidad" y que el 54,2% alerta de que distorsionan "las cotizaciones y las relaciones entre riesgo y rentabilidad".
"Nuestra encuesta revela una ralentización de las asignaciones de los gestores a productos indexados que coincide con la inquietud de los inversores en relación con el efecto que podrían tener la gestión pasiva sobre la infraestructura del mercado y las rentabilidades", observa Sophie del Campo, directora de inversiones de Natixis IM, quien añade que, con el tiempo, las inversiones pasivas suscitarán un enorme riesgo de concentración, lo que podría derivar en riesgo sistémico, y se pondrán realmente a prueba cuando se desencadene la siguiente fase de caídas en los mercados".
No es la primera vez que los expertos inciden en los riesgos que conlleva el crecimiento de este tipo de gestión, que se ha popularizado por su menor coste y que, en teoría, hace buena la eficiencia propia del mercado a largo plazo, pero la alarma es mayor cuando se le añade a la inversión en este tipo de productos indexados los sistemas automáticos -según distintas firmas de inversión entre el 60% y el 70% de las órdenes de compra o venta son decididas por robots en Estados Unidos-.
El peso específico de estos robots o gestores automatizados -reaccionan según distintas variables como el IPC, o como la volatilidad, la cual desencadena órdenes de ventas cuando repunta- en el mercado se ha demostrado ya en muchas ocasiones.
Estos algoritmos, conocidos como quant y robo advisors, son implementados por las gestoras para construir productos 100% automáticos o para hacer más eficientes sus procesos de inversión, ya que sirven para diseñar las estrategias de los fondos según análisis cuantitativos. El principal problema de que cada vez más decisiones sean tomadas por estos robots, según han advertido ya numerosas voces, es que incrementan la violencia de los movimientos y alimentan la volatilidad.
Momentos de turbulencias
"Al mismo tiempo, el interés por las estrategias activas es un indicio claro de que, en momentos de turbulencias en los mercados, los inversores institucionales quieren que un profesional competente se ponga al timón, ya que el aumento previsto de la volatilidad en los mercados y un entorno más complejo para generar rendimientos harán que la distinción sea cada vez más clara entre los gestores que pueden generar alfa", concluye Sophie del Campo.