
Los inversores comenzaron el año nuevo imitando la dinámica vista durante los últimos compases de 2018. En medio de los movimientos bruscos que siguen experimentando los principales indicadores, las miras están puestas en estos momentos en las proyecciones de beneficios para las empresas estadounidenses. Tras haber registrado un crecimiento de doble dígito el año pasado, los datos de FactSet proyectan un avance del 8% para los componentes del S&P 500.
Este ritmo de crecimiento en los beneficios superaría el registrado en el periodo comprendido entre 2012 y 2016, incluyendo también la recesión registrada en las ganancias en 2015, pero se aleja del 20,4% proyectado en 2018 y el 11,4% registrado un año antes. En lo que se refiere a las ventas y los ingresos, el avance será de un 5,4%, casi la mitad del 8,9% en el ejercicio que acabamos de dejar atrás.
"Esperamos que los once sectores del S&P 500 registren un crecimiento interanual en los ingresos, liderados por los sectores de servicios de comunicación y el de salud", reconoce John Butters, analista de FactSet. Según este experto, se espera que las compañías S&P 500 con una mayor exposición a los mercados internacionales tengan un desempeño inferior al de las compañías S&P 500 centradas en el mercado estadounidense tanto en términos de crecimiento de los beneficios como en las ventas.
Por su parte, el margen de beneficio neto estimado (basado en estimaciones agregadas de los ingresos y las ganancias) para el S&P 500 este año es del 11,8%. Si esta cifra llegase a materializarse estaríamos hablando de los niveles más altos para este indicador bursátil desde que FactSet comenzase a seguir esta métrica en 2008, según señala Butters en un informe.
Aún así, observamos síntomas de debilitamiento a nivel global. La actividad de las fábricas de las principales economías del mundo perdió fuelle por octavo mes consecutivo en diciembre, especialmente en China. En plena tregua comercial, el gigante asiático vio como el índice de gerentes de compras (PMI, por su sigla en inglés) de Caixin/Markit para diciembre, publicado el miércoles, cayó a 49,7 desde 50,2 en noviembre, lo que marca su primera contracción desde mayo del 2017.
Los nuevos pedidos, un indicador de la actividad futura, cedieron por primera vez en dos años y medio, y las empresas registraron una demanda moderada a pesar de algunos descuentos en los precios. Los nuevos pedidos de exportación se redujeron por noveno mes consecutivo.
Esta tendencia también se dejó notar en otras economías del mundo, como es el caso de la eurozona. La actividad manufacturera de la zona euro apenas se expandió en la recta final de 2018 mostrando una desaceleración generalizada. En este caso, el índice de gerentes de compras del sector manufacturero que elabora IHS Markit cayó por quinto mes, situándose en 51,4 desde 51,8 de noviembre, en línea con el dato provisional pero apenas por encima del nivel de 50 que separa el crecimiento de la contracción.
Se trata del peor dato desde febrero de 2016, aunque el índice que mide la producción y que se integra en un PMI compuesto que es considerado como buen barómetro de la salud económica, subió a 51,0 desde 50,7.
En el caso de EEUU, la actividad fabril cedió hasta los 53,8 el pasado mes desde los 55,3 registrados en noviembre, tocando mínimos de los últimos 15 meses. En el caso de la creación de empleo, ésta tocó mínimos de los últimos 18 meses. De hecho, la confianza de los fabricantes estadounidenses alcanzó su nivel más bajo desde octubre de 2016.