Bolsa, mercados y cotizaciones

El problema no son los molinos, Sancho, son los márgenes de beneficio

Siemens Gamesa busca convencer de su capacidad para exprimir los ingresos por encima del 8% tras la caída de los precios que conmocionó al sector eólico.

Mediaba el año 2017 cuando la industria eólica asumió lo irremediable: que había cambiado para siempre. La transición desde sistemas subvencionados de adjudicación de contratos hacia otros de subastas competitivas en mercados emergentes que se encontraban en plena expansión acabó por poner en cuestión las expectativas y los objetivos de beneficios del sector de los fabricantes de aerogeneradores cuando colapsó India, la principal plaza de Gamesa, que en paralelo había cerrado la fusión con la división eólica de Siemens con la ambición de liderar la industria.

"En el país asiático, la introducción de las subastas en febrero de 2017 conduce a una paralización del mercado, tras suspenderse temporalmente los proyectos pendientes de ejecución adjudicados bajo el anterior régimen, y hay que esperar hasta finales de 2017 para que se produzca una reactivación de la demanda, con la puesta en marcha de dichos proyectos y con la normalización del nuevo sistema de subastas", reconoce la compañía hispanogermana, a la que el mercado todavía no le ha perdonando que no alertara con contundencia de la conmoción a la que estaba abocado su negocio y el sector en conjunto, para el que, según calcula el servicio de análisis de Bloomberg, "los precios se han reducido un 50 por ciento en la última década a escala global" debido a que "hasta 65 países han optado ya por el modelo de subastas competitivas para adjudicar los contratos".

Lo que vino después del shock indio es literatura negra de la bolsa: fuertes correcciones del precio de las acciones, que en el caso de Siemens Gamesa pasaron de cotizar a 21 euros el 15 de mayo de 2017 -tras ajustar el dividendo extraordinario que repartió por la integración- a 9 euros en noviembre de ese mismo ejercicio; advertencias y recortes sobre los objetivos de ganancias; rebajas de las estimaciones por parte de los analistas; y más contratiempos que caían como jarros de agua fría en medio de la tormenta.

La inquina del presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, hacia las energías verdes y su empeño en eliminar sus ventajas fiscales, el impacto de la guerra arancelaria sobre los precios del acero con el que se fabrican los aerogeneradores -"provocando sobrecostes del 2% al 4% en la primera economía del mundo", según recuerda Banco Sabadell- y "el retraso en la recuperación de la India", según añade BBVA, han dificultado el ejercicio de reconstrucción de la credibilidad emprendido por Siemens Gamesa en febrero de este 2018, cuando, por fin, presentó un esperado plan estratégico que había retrasado, para disgusto del mercado, desde la culminación de la fusión.

El margen de beneficios fue y es la ratio de la compañía y del resto de la industria más vigilada porque, aunque el desplome de los precios "ha permitido que se genere un mayor volumen de pedidos a medida que más gobiernos apuestan por las energías limpias ante los menores costes", según explica Anders Runevad, director ejecutivo de Vestas -el principal competidor de Siemens Gamesa-, es la prueba definitiva de fortaleza y de adaptación al nuevo contexto, en la que inversores y analistas buscan a los supervivientes del sector.

"La diversificación geográfica del grupo hispanogermano", según destaca James Evans, experto de Bloomberg; "las mayores sinergias surgidas de la fusión", según inciden desde Citi; "la capacidad de mejora de la rentabilidad que aún conserva", según apostilla BBVA; "el liderazgo tecnológico, que es de vital importancia", según opinan en Norbolsa; y "los 2.000 millones en costes que la compañía prevé ahorrarse hasta 2020", según concluye JP Morgan, sitúan a Siemens Gamesa en el bando ganador para la mayoría de las casas de análisis.

Sin embargo, la visibilidad de esta posición privilegiada todavía es reducida en el parqué y las muestras de confianza en la evolución de su negocio solo llegan a cuenta gotas. Los resultados y las estimaciones cumplen a regañadientes con los objetivos, que ni muchos menos son ambiciosos, sino del todo conservadores. Buen ejemplo son las últimas semanas: siendo cierto que las acciones de Siemens Gamesa rebotan casi un 30% -tras haberse hundido de nuevo durante octubre en la zona de mínimos de la conmoción india- desde que presentó los resultados de su ejercicio fiscal 2018, que cerró en septiembre, las pérdidas desde los máximos de 2017 son del 40%, y desde el techo del presente curso del 20%. Desde el primero de enero, suben cerca de un 5%.

Cumple objetivos

El grupo industrial volvió a conseguir beneficio neto, superó los 9.000 millones de ingresos y alcanzó un margen operativo del 7,6 por ciento en 2018, en línea con las metas que se había marcado. "La presión generalizada de precios, especialmente en el mercado onshore -instalaciones en tierra-, y la disrupción de la demanda durante la puesta en marcha de las subastas competitivas en algunos de los mercado más importantes para la compañía, como India, han sido los principales factores con impacto negativo en la rentabilidad del grupo durante el año fiscal, aunque estos factores se han visto compensados en gran medida por el programa de transformación, que ha permitido conseguir más de 700 millones de euros en ahorros recurrentes, incluidas la sinergias y esto ha permitido terminar el ejercicio con un margen del 7,6%, justifica la propia Siemens Gamesa, pero las estimaciones para el curso fiscal 2019 que acaba de comenzar no auguran una mejora de este nivel y lo dejan en el 6,4%, lejos de su intención de enmarcarlo entre el 7% y el 8,5% y también por debajo del 10% al que aspira Vestas, su máximo rival.

"Creemos que la presión en precios se mantiene todavía, y a pesar de los significativos logros en productividad y sinergias, nos mantenemos cautos en cuanto a los márgenes a futuro", observan desde Banco Sabadell. "Dada la magnitud del cambio en la industria, la falta de experiencia para la ejecución del plan estratégico y la diferencia cultural entre las dos empresas integradas -un conflicto aierado por Iberdrola, que tiene un 8% de Siemens Gamesa, en distintas ocasiones- vemos un riesgo", lamenta, desde otro punto de vista, el equipo de expertos de JP Morgan.

Por supuesto, también hay conclusiones positivas. Sobre todo, a medio plazo. El elevado volumen de pedidos, que mantiene la cartera en máximos, según anunció en la presentación de los resultados anuales la compañía, "permite que el 80 por ciento del objetivo de ingresos entre 10.000 y 11.000 millones de euros para este 2019 este ya cubierto", según señala el departamento de análisis de BBVA. Asimismo, esta tendencia propicia que de cara a 2020 el consenso de analistas sí dé por buena la guía de un margen operativo entre el 8 y el 10%. Esta mejora llevaría el ebit (beneficio neto de explotación) del grupo industrial hasta los 864 millones de euros, desde los 693 millones de 2018 y tras caer hasta 651 millones en 2019, según las mismas previsiones. La otra fortaleza de la que puede presumir Siemens Gamesa (de hecho, lo hace) es de la posición financiera. "2018 se cerró con una posición de caja neta en balance de 615 millones de euros, 238 millones por encima de la tesorería de comienzos del año fiscal", recalca.

A la espera de la evolución del mercado de la energía eólica y de la capacidad de adaptación que siga demostrando el grupo industrial cotizado en el Ibex 35, la postura actual del consenso de analistas se deja intuir: de media, los expertos que siguen la cotización de las acciones de Siemens Gamesa recomiendan mantenerlas -con un 56% de consejos positivos, un 30% neutrales y un 14% negativos-. En la misma línea, el potencial alcista que conceden a los títulos de la compañía es del 10%, hasta los 13,1 euros en los que fijan su precio objetivo.

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