
La semana pasada arrojó un resultado negativo para la renta variable, en esta ocasión no motivado por tensiones políticas o datos negativos en la macro o en los resultados empresariales.
El principal catalizador fue que la rentabilidad del Treasury se sitúo en niveles de 3,2%, lo cual tuvo un gran efecto expulsión en los mercados de renta variable global, generando que los inversores más adversos al riesgo se desplazaran de la bolsa a la renta fija. Los valores más afectados por las caídas fueron los que tienen mayor exposición al ciclo como autos o tecnología, mientras aseguradoras y bancos fueron los que mejor se comportaron.