Bolsa, mercados y cotizaciones

Wall Street afronta más viento en contra que a favor en otoño

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A la espera de las elecciones para elegir a los legisladores del Congreso y el Senado de EEUU, otros factores amenazan con eliminar la calma actual, ya que las tensiones geopolítica y comercial seguirán presentes. Aunque Trump puede anunciar también recortes impositivos.

Existe una clara sensación de apatía en el mercado, la volatilidad es baja, los volúmenes son aún menores y los gestores reevalúan el múltiplo que están dispuestos a pagar por valores tecnológicos", describe Ken Polcari, director de O´Neil Securities, desde la Bolsa de Nueva York. Una explicación que recoge a la perfección el hastío que suele impregnar a la renta variable americana durante los compases del verano. Con el Dow Jones acumulando en julio una rentabilidad del 5% y el S&P 500 haciendo lo propio con algo más del 3, la calma chicha se ha visto fomentada por el hecho de que las compañías siguen batiendo expectativas. Con la temporada de resultados ya atravesando su ecuador, S&P Capital IQ estima que el beneficio de los componentes del S&P 500 aumentó un 23,6% en el segundo trimestre, por encima del 19,5% barajado al cierre de junio.

Sin embargo, a medida que nos adentramos en agosto, la crispación bursátil, normalmente inducida por factores externos al mercado, suele agitar el sopor de los inversores. No olvidemos que el octavo mes sintió el año pasado las promesas por parte del presidente Trump, de desatar "el fuego y la furia" sobre el régimen norcoreano. Dos años antes, este mismo mes se postuló como el escenario de la furtiva devaluación del yuan, que generó estragos en los mercados de todo el mundo.

En estos momentos, con una economía "fuerte", según el adjetivo utilizado el pasado miércoles por la Reserva Federal, que continúa sentando la base para apretar su política monetaria en dos ocasiones más este año, y un mercado laboral viento en popa, algunos podrían pensar que la tónica actual no tiene motivos para desvanecerse. Nada más lejos de la realidad, dado que los vientos a favor y en contra prometen agitar el curso de la bolsa tan pronto como el mes en curso.

Es precisamente en años donde los estadounidenses acuden a las urnas para elegir a los legisladores del Congreso y el Senado, cuando agosto comienza a mostrar los primeros síntomas de tensión. "Hoy en día, la historia nos avisa que deberíamos prepararnos, pero no siembre huir, del aumento de volatilidad que veremos en las próximas semanas", señala Sam Stovall, estratega jefe de CFRA. El experto apunta soportes del S&P 500 entre los 2.789 y los 2.801 puntos como referencias que mantendrán la tendencia alcista. Perderlos, "invitará a una mayor presión para seguir vendiendo", asegura.

Desde la II Guerra Mundial, en periodos electorales, el S&P 500 ha borrado cerca de un 1% los meses de agosto y septiembre. El comportamiento del indicador entre agosto y octubre puede ayudar a vaticinar lo que ocurrirá en las urnas en noviembre. Cuando el índice ha registrado pérdidas durante este periodo, el partido en el poder ha perdido menos escaños que cuando el indicador ha registrado una rentabilidad positiva.

Factores en contra

Fuera de las elucubraciones electorales, otros dos aspectos prometen avivar el nerviosismo y la volatilidad de los inversores. El primero llega de la mano del escenario geopolítico. La Administración Trump ha pedido a sus aliados que corten las importaciones de crudo procedentes de Irán antes de noviembre. Algo que ha llegado a impulsar el crudo estadounidense hasta los 70 dólares el barril. Este mes, con la reinstauración de las primeras sanciones, las compañías y gobiernos no podrán usar dólares en sus transacciones con el régimen de Rouhani y todas las transferencias bancarias en la divisa estadounidense serán canceladas.

Por otro lado, están las tensiones comerciales. Si la Casa Blanca parece haber reencontrado la sintonía con Bruselas, mientras acelera la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, también se doblega la presión a China. La Administración Trump confirmó que elevará del 10 al 25% los aranceles previstos para un catálogo de productos chinos por valor de 200.000 millones de dólares. Una decisión que no supondrá un "cataclismo", según el secretario de Comercio, Wilbur Ross, quien cifró en 50.000 millones de dólares, o el 1% del PIB chino, el impacto de esta decisión. El estratega jefe de Goldman, David Kostin, se ponía en uno de los peores casos y asumía que Washington impondrá aranceles del 10 por ciento de media sobre todas las importaciones del gigante asiático, lo que Kostin considera "una escalada seria del conflicto comercial". Su equipo revisaría los beneficios estimados para el S&P 500 en 2019 en un 3%, hasta los 170 dólares. "Si las tensiones comerciales siguen aumentando y se proponen e implementan nuevos aranceles, las firmas con más exposición a EEUU deberían tomar el liderazgo", avisa Kostin, quien indica que un dólar más fuerte y un crecimiento económico por encima de la tendencia apoyarían esta tesis.

Pero asiduo a sacar conejos de la chistera, Trump se estaría planteando, a tres meses para las elecciones legistlativas, cambios en el código tributario en forma de recortes impositivos por alrededor de 100.000 millones de dólares en la próxima década.

La Casa Blanca y el Departamento del Tesoro buscan ligar el rendimiento del capital a la inflación. Una operación que reduciría sensiblemente la cantidad a gravar. Bajo la legislación vigente, un inversor que compró acciones por 100.000 dólares en 1980 e intentase venderlas hoy por un millón de dólares, debería asumir un gravamen aproximado del 20% sobre unos 900.000 dólares, la diferencia entre el precio de la compra y el de la venta. Sin embargo, con los objetivos de Trump en mente, si el valor original del activo comprado se ajustase a la inflación, su precio ascendería hasta los 300.000 dólares, por lo que se reduciría la rentabilidad del capital por el que tributar hasta los 700.000 dólares. Así, el contribuyente en cuestión se ahorraría un importe de hasta 40.000 dólares. Una fórmula que para muchos expertos sería un estímulo exclusivamente para las rentas más altas del país.

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