
Tokio, 31 jul (EFE).- El Banco de Japón (BoJ) aplicó hoy ajustes a su agresiva estrategia de flexibilización monetaria, con vistas a paliar sus efectos secundarios y a mantenerla a largo plazo hasta lograr un objetivo de inflación que sigue lejos de su alcance.
El banco central nipón decidió emprender estos cambios durante su reunión mensual de política monetaria, lo que supone la primera modificación de este tipo desde 2016 y afecta a los principales ejes de un plan de estímulo aplicado desde comienzos de 2013.
Los ajustes están dirigidos a sostener la continuidad del arsenal de medidas monetarias hasta lograr la esquiva meta inflacionista del 2 por ciento, y a reducir el impacto negativo de dicha estrategia en la tercera economía mundial.
La mayoría de analistas esperaba que el banco central nipón afinara alguno de los pilares de su heterodoxa estrategia sin alterar su esencia, lo que demuestra la voluntad del BoJ de seguir adelante con unas políticas monetarias que cada vez divergen más con las del Banco Central Europeo (BCE) y la Reserva Federal estadounidense (Fed).
En particular, el BoJ comenzará a aplicar sus tipos de interés negativos en un menor número de reservas bancarias para mitigar el perjuicio que esto supone para la banca comercial nipona.
Además, ajustará su cuantioso programa de compra de bonos estatales por valor de unos 80 billones de yenes anuales (614.883 millones de euros) para dar un mayor margen de movimiento en los rendimientos de estos activos "según las condiciones de mercado", según consta en el documento aprobado hoy por el BoJ.
La entidad, no obstante, deja intacto su objetivo a largo plazo de situar el rendimiento del bono japonés a 10 años, de referencia, en torno al 0 por ciento.
También se mantienen los tipos de interés de referencia a corto y medio plazo, situados actualmente en el -0,1 por ciento para los depósitos de los bancos.
El objetivo es "mantener durante un período más prolongado las tasas extremadamente bajas" para responder "a las actuales incertidumbres que afectan a la actividad económica y a los precios", y entre las que se incluye la subida de impuestos sobre el consumo prevista en Japón para el próximo año, señala la entidad.
El gobernador del BoJ, Haruhiko Kuroda, incidió hoy en esta idea al afirmar que la entidad "no tiene planeado subir los tipos de interés", en una rueda de prensa al término de la reunión.
La persistencia del BoJ contrasta con los recientes giros emprendidos por el BCE y la Fed, otras entidades de referencia que han emprendido o anunciado subidas de tipos de interés y la retirada de otras medidas de estímulo.
El banco central nipón planea mantener su rumbo fijo hasta lograr una inflación del 2 %, algo que no se prevé alcanzar hasta 2020 o más adelante vista la evolución actual de los precios en Japón y la coyuntura global, según Kuroda.
En este sentido, la entidad también anunció hoy una ligera revisión a la baja de sus perspectivas de crecimiento económico y de inflación para este año y el siguiente, respecto a las previsiones que había hecho en abril pasado.
En cuanto a la actividad económica, el instituto emisor calcula que en el año fiscal que comenzó el 1 de abril pasado, Japón tendrá un crecimiento de su producto interior bruto (PIB) de entre el 1,3 y el 1,5 %, entre una y dos décimas menos que su estimación anterior
En cuanto a la inflación, la entidad calcula que en el actual ejercicio fiscal el índice de precios al consumo (IPC) subirá entre el 1 y el 1,2 %, por debajo de lo que había calculado anteriormente (entre el 1,2 y el 1,3 %).
Asimismo, el banco central nipón anunció hoy que diversificará sus inversiones de fondos cotizados para minimizar la distorsión de precios en los diferentes índices de la Bolsa de Tokio, una decisión que unida a las otras del BoJ generó leves fluctuaciones en los mercados.
El parqué bursátil tokiota cerró mixto, mientras que los rendimientos del bono nipón se estabilizaron tras sus recientes escaladas y la divisa nipona, el yen, se depreció frente al dólar.
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