Entramos en la parte final del año con un saldo acumulado realmente positivo en las principales bolsas mundiales. Las ganancias registradas son un reflejo de la mejoría del ciclo económico mundial y los últimos indicadores de confianza empresarial siguen señalando que la actividad, lejos de desacelerarse, se mantendrá sostenida y es ahora más sincronizada. Prueba de ello, fue el PMI manufacturero global que repitió en el mes de septiembre niveles de 53,2, su cota más alta desde 2011.
Por otro lado, la desaparición de los temores deflacionistas permite vislumbrar con mayor claridad un cambio de ciclo en la política monetaria, que será menos expansiva en los próximos meses. La Fed comenzará a reducir su balance ya desde su próxima reunión y apunta a que también volverá a elevar el precio del dinero en diciembre, mientras que el BCE anunciará a finales del mes de octubre una rebaja en el ritmo de sus compras mensuales, pero que previsiblemente solamente la iniciaría a partir del año que viene.
Aunque la política monetaria será menos expansiva, este cambio pensamos que no debería actuar de freno al crecimiento, ya que si algo han dejado claro las autoridades monetarias es que su estrategia de salida será muy gradual. En el contexto actual, con niveles del IPC todavía por debajo de los objetivos del 2%, la inflación no representa un problema y permite mayor margen de maniobra a los bancos centrales.
Así, nuestro escenario de mejoría de la actividad e inflación tendiendo gradualmente al alza se va confirmando. Por tanto, consideramos adecuado mantener un posicionamiento en carteras que se beneficie de estas tendencias: la renta variable deberá ser el activo que mejor capitalice este contexto y se recomienda mantener una ligera sobreponderación. Frente a ello, es necesaria una mayor cautela en los mercados de renta fija.
Los bonos soberanos con vencimientos largos siguen presentando valoraciones caras. Si bien la lenta salida de la política monetaria expansiva debería evitar riesgos de un repunte fuerte en las rentabilidades exigidas, el goteo a la baja en precio deberá continuar (en los últimos 12 meses el índice de deuda pública global perdió más de un 1%), por lo que evitaríamos exposición a este tipo de deuda.
En la renta fija, existen oportunidades en deuda privada y también de economías emergentes, ya que los diferenciales nos permiten captar un cupón positivo en los tramos cortos de la curva. En resumen, el posicionamiento en renta fija es el de primar una mayor exposición al riesgo de crédito reduciendo los vencimientos de los bonos en cartera, protegiéndose así ante posibles subidas de los tipos de interés por menores compras de los bancos centrales. A pesar de las revalorizaciones acumuladas todavía apreciamos valor en la renta variable, que seguirá apoyada por el esperado aumento de los beneficios empresariales. En términos de sectores, un entorno de mayor crecimiento favorece aquellos más sensibles al ciclo económico: el industrial, el tecnologico y el financiero.
Sin embargo, conviene no perder de vista ciertos acontecimientos que pueden hacer cambiar este buen tono descrito: la política económica y la temporada de resultados empresariales, serán claves en octubre.
Más allá de la creciente tensión geopolítica con Corea del Norte, queda por definir las líneas maestras de la política fiscal del ejecutivo estadounidense. Los acuerdos alcanzados con los demócratas en septiembre, han ganado tiempo pero no resuelven la incertidumbre ni los desajustes. Los objetivos de Trump son exigentes ya que pretende implementar una amplia reforma fiscal que no ha sido lograda por los anteriores mandatarios. Se espera que logre al menos un acuerdo de mínimos, que incluya una reducción de impuestos y un incremento del gasto en infraestructuras, pero una decepción en este frente afectaría negativamente la confianza de los inversores.
En el Viejo Continente, la atención será para la formación de gobierno en Alemania y confirmar (o no) el avance en el proyecto de integración europeo, con un telón de fondo marcado por las negociaciones del Brexit. En el corto plazo, la incertidumbre sobre la política económica será un factor de riesgo, pero que no debería sobreponerse a la tendencia de mejora económica en el medio plazo. Es en este punto, en el que mantener liquidez en cartera nos permitirá rebajar la volatilidad y aprovechar oportunidades de compra ante aumentos de la incertidumbre política.
La otra gran referencia en octubre será la temporada de resultados empresariales del tercer trimestre, que pensamos será clave para la evolución de las bolsas en la parte final del año: se espera que el crecimiento de los beneficios continúe sólido, al estimarse un aumento del 6 % interanual para el conjunto del S&P 500. Confirmar estas expectativas será fundamental para conservar el atractivo de las bolsas.
Vigilar de cerca estos eventos es esencial para cualquier inversor en el contexto actual. El escenario de fondo es positivo y por ello sigue existiendo potencial en la renta variable, pero cierta prudencia es aconsejable ante unas valoraciones en niveles ya exigentes.
Paulo Gonçalves Campos es analista del Servicio de Estudios de Banca March