
Cuando en julio de 2012 Repsol decidió empezar a retribuir a sus accionistas con scrip -da a elegir entre cobrar el dividendo en acciones o en efectivo, lo que diluye a los que optan por lo último-, lo hizo en un momento en el que eran muchas las empresas españolas que optaron por esta fórmula por la debilidad de su situación financiera.
Gran parte de estas firmas -como Telefónica, Santander, BBVA o CaixaBank- han tendido a abandonarlo total o parcialmente y la petrolera se queda como una de las pocas firmas del mercado español que lo conserva. Durante los años en los que ha mantenido el pago en papelitos, elegir la retribución en acciones ha sido la fórmula más rentable para el inversor, si bien los analistas subrayan la necesidad de que la compañía vuelva al metálico.
Desde julio de 2012, un accionista que tuviera 100 títulos y haya elegido siempre cobrar su dividendo en acciones habrá amasado un patrimonio de 2.166 euros -divididos en un total de 133 acciones y 163 euros en efectivo, por el euro extraordinario en efectivo repartido en 2014 y los picos del pago en scrip-. Por su parte, el que haya escogido recibir los pagos en efectivo contará con un patrimonio de 1.980 euros -consistente en los 100 títulos y 474 euros en efectivo de los pagos-. Con estos números, haber elegido la retribución en papelitos ha sido un 9% más rentable que haberlo optado por los pagos en efectivo. Una diferencia que se explica por el comportamiento de la acción. De hecho, los títulos tendrían que volver a 9 euros para que el efectivo batiese al scrip.
El trayecto de la inversión en Repsol habría sido positivo en ambos casos. El día de corte para poder recibir el primer pago en scrip de la compañía la acción cotizaba en los 12,11 euros, por lo que en el supuesto inicial el patrimonio sería de 1.211 euros. En caso de haber optado por los papelitos, la rentabilidad anualizada habría sido del 12,3%. Por contra, si se hubiese elegido el efectivo el rendimiento sería del 10,3% al año.
Cuándo acabará
A pesar de que la fórmula ha servido para que la compañía coja aire y los accionistas de Repsol se han beneficiado de la misma, los analistas no ven otra salida para la empresa que abandonar el pago en papelitos, una ecuación en la que la única incógnita que queda por despejar es cuándo lo hará. Según aseguró Miguel Martínez, director Económico Financiero de la petrolera, a elEconomista, en el momento en el que la compañía logró una nota triple B estable para las tres grandes agencias de calificación -dos escalones por encima del bono basura-, el consejo estaría en disposición de volver al efectivo.
Solo falta que dé el paso S&P, quien le otorga una BBB- con perspectiva positiva. Esta mejora no parece lejana toda vez que la compañía espera acabar este año con un beneficio bruto (ebitda) de 6.400 millones de euros y una deuda de 6.800 millones de euros. En caso de confirmar estas cifras, su apalancamiento se situaría en las 1,1 veces, uno de los más bajos de todo el Ibex y muy por debajo de las 3,4 veces que tocó hace solo dos años.
Para Natalia Aguirre, analista de Renta 4, lo lógico es que las compañías "tiendan a eliminar los scrip". "Tener más acciones debe ser una decisión que tiene que estar en el campo del inversor. Si quieres más títulos los compras. No tienes que sufrir esa dilución que producen estos pagos", reflexiona. Ramón Carrasco, experto de Bankinter, recuerda que "a la postre, un pago en acciones es una ampliación de capital encubierta y lo lógico es dar al accionista en efectivo".
Con cargo a los resultados del pasado ejercicio, Repsol desembolsó 0,8 euros por acción a modo de retribución. En caso de que con cargo a este ejercicio repitiese el montante, implicaría un rendimiento del 5,3%. "Ante el escenario actual, creo que lo lógico es que haya un dividendo en efectivo y nada de scrip. No estamos en los 30 dólares por barril y la compañía ha reducido la deuda, ha reforzado los fondos propios y hay una coyuntura favorable", incide Carrasco.
De cara a 2018, los analistas ya especulan con la posibilidad de una mejora de los pagos e incluso a una vuelta al euro por acción -en el plan estratégico de 2016-2020, uno de los compromisos pasaba por mantener el dividendo en el nivel de por aquel entonces, cuando abonaba un euro por título-.
"Vemos primero una mejora de la calificación por parte de S&P, posteriormente el fin del dividendo en papelitos y, por último, un aumento de los pagos como los tres catalizadores consecutivos que apoyarán las acciones", explican en Morgan Stanley, donde estiman que con cargo a 2018 volverá al euro por acción. En caso de cumplir con las previsiones del banco americano, en los precios actuales el pago de un euro por título implicaría un rendimiento del 6,6%. Con las estimaciones actuales (ver gráfico), esta posibilidad no parece descabellada. Con un beneficio neto estimado de más de 2.150 millones de euros en 2018, distribuir un euro por título implicaría un payout (porcentaje de las ganancias dedicado al pago de dividendos ), del 71%. De mantener el nivel de retribución en 0,8 euros, el porcentaje se quedaría en el 57%.