
La de este jueves es la última sesión en la que las acciones de Meliá cotizarán con derecho a cobrar el dividendo de 0,1315 euros por cada título que la compañía repartirá el martes 11 de julio. Se trata del único pago que realizará el grupo hotelero este año y, al precio al que cerró el miércoles, alcanza una rentabilidad de algo más del 1%.
Meliá anunció este dividendo, que es un 229% mayor a los 0,04 euros por acción que repartió en 2016, el 5 de mayo, apenas unos días antes de presentar los resultados del primer trimestre de 2017. Este incremento de la retribución se venía descontando en mercado desde principios de año, según coincidieron entonces los analistas, y está directamente relacionado con el buen momento que atraviesa su negocio y que se vio reflejado en los beneficios que alcanzó en 2016 y que está también presente en las previsiones para los próximos ejercicios. Las estimaciones apuntan a que se irá este año a 120 millones de ganancias y que en 2019 superará los 160 millones. Es la compañía del sector que presenta un mayor crecimiento entre las más grandes.
De hecho, a principios de junio, tanto los inversores como los analistas que siguen su cotización comenzaron a considerar que todo los vientos de cola que han apoyado a Meliá en los últimos meses -el tirón del turismo vacacional en España, la diversificación geográfica de su oferta, la apertura de Cuba, el desapalancamiento o la fortaleza del dólar que ahora ha tornado en debilidad- estaban ya reflejados en el precio de sus acciones, que alcanzaron máximos que no visitaban desde 2007 al tocar los 14 euros el 2 de junio.
Desde entonces, han retrocedido un 7% y los analistas han ido deteriorando su recomendación hasta convertirla, de media, en un mantener, tras haber ostentado una de la recomendaciones de compra más claras del mercado español durante meses. Este viernes, el primer día que cotizará sin derecho a percibir los 0,1315 euros que repartirá el martes, descontará este dividendo, por lo que la caída desde máximos será todavía mayor.